Los mejores restaurantes en Granada

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ASADERO HERMANAS RAMÍREZ


Albolote
25/02/2024: El pollo asado está muy muy bueno. Las migas también. La ración de patatas es generosa. El trato amable, aunque la mujer es un poco seca. Servicio rápido.
03/02/2024: El pollo asado está muy muy bueno. El trato amable y cordial, servicio rápido.


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Acimut


Granada


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Barahunda


Granada


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Pescaito Frito Almanzora


Peligros
17/03/2024: Un ambiente muy bueno con tapas deliciosas y el servicio genial . Todo muy bien y agradable . Se come genial por poco dinero , muy recomendable.
13/01/2024: Esto es una tapa en condiciones


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Café Bar Alexia


Maracena
16/03/2024: Se come muy rico y en grandes cantidades, es un lugar típico de barrio dónde poder pasar un rato agradable. Fui con uno de mis jefes la primera vez y quedamos tan llenos que no pudimos terminar de comer lo que había en los platos . En ésta última ocasión, sólo fuimos a tomar café con mis hijos, no tomé fotos.....


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Alhambra


Granada


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Granada


Granada


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Pad Thai Wok


Granada, <20€


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Café Italiano


Almuñécar, <20€


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Restaurant Avalon


Salobreña, <20€


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7 Monjas


Baza
05/11/2023: Cuando vas a un sitio del que te han hablado bien, tienes, como mínimo, ilusión. Ilusión de lo que te vas a encontrar, de la presentación, de los sabores. Ya hay un primer traspiés cuando ves la carta: los precios. Estos precios de inflación desmedida (cómo lloramos con la pandemia y cómo estamos recuperando y multiplicando los beneficios a espuertas). Y es que no hay plato que baje de los 16 €. Bueno, piensas, esos precios serán sinónimo de calidad. Siguiente error. *** Lo que viene a continuación dista mucho de ser irónico o hiperbólico. Considérese como una descripción hiperrealista de los desagradables hechos acontecidos en un domingo en apariencias apacible y agradable *** Pedimos: 1. Atún rojo en escabeche: trajeron cuatro mazacotes de atún. Al ver el plato ya suenan los primeros soplidos y rebufos. Da pereza a la vista. Parece que tu hermanillo chico ha hecho la presentación con trozos de plastilina. Al cortarlos, lo encuentras duros. Y al meterlos en la boca, congelados. Ante el asombro le preguntamos a la camarera si ese plato es así, a lo que nos dice que puede presentarse en caliente, en frío o a temperatura ambiente. A nosotros nos tocaron gélidos. El plato se hace cuesta arriba, dejas de tener ganas de vivir y rezas por que todo pase lo más deprisa posible. Dejamos 2 trozacos de plastilina, dijimos que nos lo guardaran por favor para llevar a casa y al irnos los dejamos allí adrede. No queríamos sufrir de forma gratuita (bueno, por 18€). Un error en la elección lo puede tener cualquiera, dices para consolarte. 2. Cazuela de gambas al ajillo: aquí reconozco que parto con un gran hándicap en micontra: las gambas al pil-pil de mi padre no tienen parangón. Pero bueno, haciendo gala de los productos frescos y de proximidad que anuncian en el lugar, quizá recuperara la ilusión con este plato. Otro error. Las gambas eran traslúcidas, dejando ver a su través el fondo de la cazuela, de aspecto acuoso, deshinchadas, igual que cuando de estudiante cogías el paquete de gambas congeladas y las echabas directamente a la sartén... Ese aspecto... ¡Cómo nos maltratábamos y cómo nos maltratan ahora! Nada que ver con los gambones pletóricos, congestivos, rositas, aterciopelados, que se abren al calor de las brasas de mi papá y nunca quieres que se acaben. 3. Solomillo al Jerez: otro plato que te sume en la desesperación y en la desgana nada más que con la presentación. ¡Esto si es hiperbólico! (el plato, la presentación). Los lomos de solomillo naufragan en un caldo que les termina por ahogar. Los solomillos lo saben, se saben perdidos, y dejaron de nadar porque también perdieron la ilusión. No quieren una lenta agonía. Se acompaña de otro plato aparte de como unos 5 kg. de patatas, frías por fuera, ardiendo por dentro, con un sabor a mantequilla que me recordaron ligeramente a las patatas belgas y reconozco cierto gusto de obeso por ellas. El solomillo, redondeado como cortado a máquina, con sus bordes de grasita y esa tierna textura me hacen mucho recordar a esos 4 medallones de solomillo de cerdo que se pueden adquirir por poco menos de 3 € en un supermercado de marca muy conocida que empieza por MERCADON-. 4. Momento del postre: no teníamos ya la más mínima esperanza. Pero de perdidos, a la mar, como dijo un pescador. Pedimos tarta de queso de Oreo. Literalmente (¡literal!) la tarta es la prefabricada de polvos de la marca Royal (encima servida con la misma "sugerencia de presentación" que viene en el cartón del producto industrial). En mis tiempos mozos me alimenté mucho de ellas, de estas tartas industriales e insalubres, cuando me creía chef y era más pobre que las ratas de Tailandia. Era mi postre estrella para llevar a las casas de los colegas donde nos emborrachábamos como cubas y terminábamos tirando estas tartas perniciosas por las ventanas. ¡Y hasta los vagabundos desdentados y famélicos que pasaban por abajo preferían mearse en ellas a comerlas! Mis arterias sufrieron de lo lindo con ellas, pero gracias a este nada avergonzado abuso me ha permitido poder diferenciarlas a la perfección a kilómetros de distancia, y he aquí, mucho tiempo después y tras un durísimo periodo de desintoxicación, que vuelvo a dar con ellas. ¡Un despropósito! ¡Una tomadura de pelo! ¿Qué contestar luego a cuando te preguntan qué tal el postre? ¡Pues un descaro, señora! ¡Un descaro! 5. Bebidas: una cola zero, un tercio de cerveza, y lo mejor de todo, una jarra de agua del grifo y que todo llega a su fin, por muy horrible que sea. Cuenta: 67 €. Es lo que cuesta comer SIN ILUSIÓN. Nos la robaron a pulso.


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Maluca 1925


Granada

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