Bacira en Madrid

Estuvo bien. Nada extraordinario. Definitivamente no vale la pena el precio. No volvería.

Gran experiencia. Personal amable. La comida estaba deliciosa.

Comida fusión bastante buena. Buena variedad de platos, buenos cocktails y los postres muy ricos. La pega en mi opinión son los precios. Están muy hinflados.

Cocina diferente, y muy original, con una excelente relación calidad precio. Ideal para compartir platos y probar cosas nuevas.

La comida es realmente buena y la calidad precio es buena.

Elegimos el menú degustación pequeño que fue más que suficiente y creo que por 52€ mereció la pena. Buenísimo en concreto el nigiri de salmón flambeado y el gazpacho de cereza

Los platos tenían un sabor increíble, pero el interior no era nada apropiado para una cena. Además, no había manteles.

Visitamos el restaurante Bacira, para cenar. Sin duda un restaurante que recomendaría probar, no obstante, no para repetir y mucho menos como para ubicarse en la categoría Bib Gourmand de la Guía Michelin. Encontrando opciones como Treze, Tres por Cuatro o Vinoteca Moratin en esta categoría, habiendo probado casi todos los de Madrid, creo que Bacira está a años luz (no sé si de esta categoría) pero si del nivel de sus compañeros. El restaurante estaba hasta arriba, reservamos para cenar a las 22, y eché de menos mejor servicio. Cuando pedimos la comanda, las dos primeras botellas de vino que seleccionamos no las tenían disponible (sin avisarlo previamente), así como uno de los platos que pedimos de la carta (raviolis de pato Pekín). En definitiva un restaurante que estando bien, a mi parecer, no está al nivel de la categoría de Bib Gourmand.

Tuvimos la suerte de comer en Bacira el pasado viernes al mediodía y la experiencia fue excelente de principio a fin. Elegimos el menú degustación y cada pase fue una combinación muy bien pensada de técnica, sabor y presentación. La comida arranca fuerte con una delicada emulsión de foie de pato sobre crema de maíz, seguida de una selección de bocados fríos muy bien presentados: canapés de salmón con flor de borraja, paté con pétalos de clavel… y un ostrón de tamaño épico con vinagreta asiática que merece mención aparte. A lo largo del menú desfilan tiraditos de lubina y dorada, un niguiri flambeado, una croqueta de jamón cremosa por dentro y crujiente por fuera, y platos más potentes como una sorprendente panacotta de manitas rellena de carrillera o una albóndiga de ternera cocinada al punto justo. El broche dulce: pastel de zanahoria con helado y crema de calabaza, especiado y reconfortante. El servicio fue atento, con ritmo bien medido y explicaciones claras de cada plato. El ambiente del local es tranquilo, moderno sin caer en la frialdad, y el conjunto se siente muy cuidado sin resultar pretencioso. Una opción más que recomendable si buscas cocina fusión de calidad en Madrid, con platos que van más allá del efecto visual y dejan huella en el paladar. ¡Repetiremos!

Todo bien sin llegar a excelso. Buen servicio y buena cocina. Las croquetas siguen siendo estupendas y platos fuera de lo habitual. Merece una visita. Los aseos de acceso " non grato"