Somni Restaurant & Cocteleria en Barcelona

Este restaurante ofrece comida y servicio excepcionales con calidad de estrella Michelin. Nos impresionó especialmente el nivel de servicio, que superó el de varios establecimientos con una estrella Michelin que visitamos en París. En nuestra primera noche en Barcelona, ​​nuestro grupo de cuatro disfrutó del puré de papas con camarones, langosta con aguacate, pan con tomate y dos paellas. Los sabores eran sofisticados e intrincados, mostrando el hábil uso de los ingredientes por parte del chef. El servicio fue verdaderamente excepcional, caracterizado por una meticulosa atención al detalle y una calidez genuina. Recomiendo encarecidamente este restaurante y volvería con muchas ganas en futuras visitas a Barcelona.

Es un hermoso restaurante con servicio profesional y buena comida. Ellos se ocupan de mi novia alergia sin gluten. Todo fue perfecto.

Entorno y ambiente: Ubicado en Valderrobres, el Restaurante Somni es un remanso de paz. El entorno es único, transmitiendo una tranquilidad indescriptible, y las instalaciones —integradas en lo que fue una antigua fábrica de papel— conservan ese carácter industrial reconvertido con elegancia. Un espacio que invita a relajarse y disfrutar. Según nos comentaron, en primavera se puede cenar en el jardín, e incluso hay música en vivo, lo que sin duda debe ser ideal para una velada romántica. Recomiendo dedicar un buen rato a disfrutar del sonido del Río desde las cabañitas que hay al fonde del jardín. Menú degustación (45 €): Aperitivo: Cebiche de Palmito con Mango Una sorpresa agradable. El aliño era intenso pero equilibrado, y el Palmito aportaba una textura crujiente y fresca que combinaba a la perfección con la dulzura del Mango. Un inicio prometedor. Primer plato: Tiradito de Rape y Cítricos Presentación impecable y sabores sutiles pero bien definidos. Las algas añadían un toque umami que elevaba el plato. Un acierto en armonía de sabores. Segundo plato: Canelón de Rabo de Toro y Trufa La carne era melosa y la bechamel, suave y sedosa. Sin embargo, la trufa, supuestamente un elemento protagonista, pasó casi desapercibida. Una lástima, porque el potencial era alto. Plato principal: Chulentón de Vaca Vieja (1 kg para compartir) Aquí llegó la decepción. Aunque el tamaño era adecuado para dos personas, la carne no cumplió las expectativas. Según nos indicaron, estaba madurada 30 días, pero no se notaba esa jugosidad ni el perfil de sabores profundos que debería tener. La grasa no era mantequillosa, sino más bien insulsa. Un plato que no justificó su precio. Postre: Tarta de queso "La Castañera" El Crumbel de castaña estaba perfecto: crujiente y bien deshidratado. Sin embargo, la tarta llegó excesivamente fría, con una textura seca y compacta ("mazacote"), lejos de la cremosidad esperada en una buena tarta de queso. Servicio: Impecable. Nuestro camarero fue profesional, atento y conocedor, explicando cada plato con detalle y pasión. Un lujo que no siempre se encuentra en restaurantes de este nivel. Relación calidad-precio: El menú de 45 € es correcto, pero algunos detalles empañan la experiencia. Cobrar 3,50 € por el pan (en un menú que ya ronda los 50 €) parece innecesario y algo abusivo. La cuenta final (117 € con café, vino y cerveza) está dentro de lo esperado, pero el Chulentón y el postre dejaron que desear. Conclusión: Bueno, pero con reservas Somni es un restaurante con un encanto especial, ideal para una ocasión tranquila en un entorno único. Tiene platos destacables (como el Cebiche y el Tiradito), pero otros no alcanzan el nivel esperado (especialmente la carne y el postre). Con algunos ajustes, podría ser una experiencia redonda. Volveremos, pero quizá en primavera, para probar esa cena en el jardín con música en vivo y en vez de pedir carne, pediremos el Rodaballo.

¡Maravilloso! La comida es deliciosa, el ambiente es mágico y el personal es muy atento y amable.

Me quedé en THE ONE por algunas noches en 2019 y esta vez regresé a Barcelona y descubrí que hay un restaurante altamente calificado, Somni, en THE ONE. Probé el pan con tomate de este restaurante (muy fresco y delicioso, ¡mi hija quedó muy satisfecha!), Ostras (muy frescas y grandes), filete a la parrilla, chuletas de cerdo (la piel es muy crujiente, como el cochinillo asado cantonés) y arroz con codorniz. ¡Es tan delicioso! La camarera está muy entusiasmada y a menudo viene a agregar agua y cambiar los platos. ¡El helado de pudín de caramelo al final es increíble! ¡Incluso mejor que el restaurante Michelin en el que comimos en París! ¡Muy recomendado!