Un trozo de Mediterráneo en el castizo barrio de Salamanca, donde alfombras espectaculares combinan con la madera para completar un entorno cercano y tranquilo.
Gran atención y servicio por parte de un camarero llamado Iván. La comida exquisita, nos sorprendió la cantidad de opciones variadas que hay para escoger en el menú del día. Una maravilla, tanto el lugar como el ambiente. Restaurante precioso, agradable y limpio. Lo recomendaría para cualquier ocasión. 😌