Saddle Madrid en Madrid

Reservamos para dos en sala. Tienen opcion en barra y sala. Si vas en pareja, sin duda sala. Reservé online y luego te llaman para confirmar aunque también lo puedes hacer mediante correo. Lo primero que me gustó es que te guardan los abrigos. Una vez en tu mesa te acomodan las butacas y ahí empieza la magia. El jefe de sala, era italiano y nos recomendó la cantidad a pedir y la combinación más correcta de platos. La carta es pequeña y selecta. Tienen opción de menú degustación o platos. Te ofrecen champán blanco o rosado y agua. A partir de ahí entra en acción el sommelier que te recomienda el vino en función del gusto del comensal. En nuestro caso pedimos un vino tinto suave. Acertó de pleno. Delicioso. Nos trajeron el carrito con tres tipos diferentes de pan, mantequilla de Normandia a la que le dan forma de cono y aceite de Jaén. El pan lo reponen al igual que el agua. Los platos hablan por sí solos en las fotos. Los tres platos de este día imprescindibles bajo mi punto de vista son: las alcachofas con papada, los pappardelle de trufa blanca, y las mollejas. Luego pasan a los quesos. Hay una persona, fromelier, que está especializada en elaborarte una tabla. En nuestro caso fuimos directos al postre. Un souffle maravilloso. En ese momento el sommelier te ofrece un vino dulce o una bebida digestiva. Y terminamos la experiencia con un ritual de café de Kenia delicado y sabroso. Ha sido una experiencia inolvidable. La elaboración y presentación de los platos y el sabor es magnífico pero sumado al estilo del restaurante, a las vistas a la cocina y al trato humano en sala y recepción cierran el broche de la perfección. Gracias, no necesitan recomendación, su trabajo habla por sí solo.

Un restaurante absolutamente hermoso

Una comida en Saddle es de esas experiencias que te reconcilian con lo que significa comer bien. Desde el primer bocado hasta el último detalle del servicio, todo fue delicioso, cuidado y perfectamente ejecutado, pero sin esa distancia que a veces tienen los restaurantes con estrella: aquí te hacen sentir en casa. La cocina trata cada producto con un respeto enorme. Se nota en cómo llegan los sabores, limpios, redondos, sin disfraces. Hay técnica, sí, mucha, pero lo que más impresiona es que detrás de cada plato sientes cariño por la comida. Y eso llega. El servicio es de los que no se olvidan: atento, cálido, natural. Te acompañan, no te recitan. Se agradece muchísimo. Y tengo que decirlo: por primera vez en mi vida, un queso me emocionó. Literalmente. Esa mezcla de sabor, temperatura, textura… fue un momentazo que no esperaba y que recordaré mucho tiempo. La coctelería, de diez: equilibrada, fina y con ese punto de creatividad que suma sin robar protagonismo a la cena. “Fetén” es la palabra. En resumen, Saddle no solo alimenta; te regala una experiencia que se queda contigo, sin artificios y con mucha verdad.

Estuvimos el sábado pasado probando alguno de los cócteles que ofrecen y la experiencia fue inigualable, los cócteles inmejorables y la atención y la profesionalidad de Eli, inigualables!!

Mejor trato imposible. Estuvimos tomando unos cócteles espectaculares y las atenciones de Eli inmejorables. Encantadora en sus explicaciones y sus recomendaciones. La nueva carta de cócteles es de muy alto nivel. Imprescindible ir a probarla. La margarita amarilla sorprendente.

Tomé el menú Paddock en la zona de la barra, menú de maridaje entre cocteles y pequeños platos. Exquisito menú. Servicio impecable.

Saddle siempre es buen plan. Me pasaría horas y horas comiendo su famosa mantequilla… Imprescindible pedir el jarrete, la anguila ahumada y la codorniz. Acabar con el Soufflé y la mesa de quesos para una magnífica experiencia.

Un sitio top. Excelente atención. Recomiendo el menú degustación.

Si ya la cena fue riquísima, se destacar el servicio, muy atentos, muy profesionales y nos gusto como terminan los platos en la mesa. Al terminar el chef salió y estuvo hablando con nosotros un rato. La gamba espectacular, los quesos sorprendentes. Los guisantes lágrimas...para llorar, muy ricos , en la postre el soufle delicioso. Si quieres celebrar algo especial, como sitio un 10. Gracias a Frédéric por su atención

Vaya, ¡qué comida tan espectacular! ¡Cada detalle fue magnífico! Los perfiles de sabor eran increíbles, tan sabrosos y creativos. También apreciamos mucho el hecho de que los tamaños de las porciones eran razonables para que pudiéramos disfrutar de toda nuestra comida! Incluso tuvimos espacio para probar el queso. Lo más destacado de la comida fue la increíble diversión - bouche - servido a la temperatura exacta. Los sabores explotaron en nuestra boca cuando lo probamos. El servicio de pan y mantequilla es increíble - queríamos devorar toda la mantequilla de Normandía... La anguila ahumada es algo muy especial, al igual que la langosta - especialmente el plato de pasta. Y mi marido tenía el cordero cocinado a la perfección. Nuestro postre era el plato de chocolate que era increíble. Todo fue espectacular! No solo sabroso... También nos encantaron los vinos y nos divertimos mucho con las opciones del Sommelier - que era muy conocedor. Nos gustan mucho los vinos Coravin por copa - lo que nos permitió probar vinos muy agradables sin comprometerse a una botella entera (por lo que mi marido disfrutó de su tinto con mucho cuerpo y yo disfruté de un blanco salado). El servicio es impecable - rápido, profesional y amable. El lugar es precioso - y realmente disfrutamos de la vista de la cocina con su impresionante exhibición de ollas de cobre - me preguntaba quién limpió todas esas ollas de cobre! Incluso los baños eran preciosos con música suave y bien elegida. En general, una comida excepcional de las mejores que hemos tenido en mucho tiempo... Chico, ¿se dirigen a otra estrella Michelin o tal vez incluso dos...?