08/08/2025: maravilloso. Cocina de mercado deliciosa y la atención estupenda. Solo mejoraría la ubicación.
07/08/2025: Sin pretenderlo, asistimos al último baile (penúltimo, en realidad) de Giramon, una verdadera joya gastronómica que ha situado en el mapa a Ayora, un barrio obrero en el que no abundan estas propuestas.
Llevábamos años con ganas de probar su cocina, pero nunca antes se dieron las circunstancias. El destino nos reservó, literalmente, uno de sus últimos pases. De hecho, cerró la persiana al día siguiente. Por ahora.
Y sus propietarios, José y Mihaela, nos brindaron todo un espectáculo para los sentidos:
1. Escabeche de mejillones. La fotografía no hace justicia a este lienzo de colores, sabores y texturas, al que daba pena hincarle el diente. Delicado al paladar, con un toque cítrico y fresco, nos sorprendió muchísimo. Todo conjuntaba a la perfección. De 10.
2. Curry amarillo de langostinos acompañado con verduras y arroz jazmín. Nos flipó hasta el extremo que le pedimos a Mihaela un tupper para llevarnos al día siguiente a la oficina. Seguramente pensó que bromeábamos, pero nada más lejos de la realidad. El curry, con el punto justo de picante para disfrutarlo sin que pase factura. Las verduritas, en su punto justo de cocción. Aunque el arroz aromático es en estos casos el acompañamiento perfecto, la salsa especiada invitaba a mojar pan. Así que manos a la obra dejamos el cuenco reluciente.
3. Magret de pato con verduritas, piñones y pasas. Debería aparecer en el diccionario como sinónimo de felicidad. Qué rico, por favor. La carne estaba extraordinaria, pero mención aparte merece de nuevo el acompañamiento de verduras en un país donde acostumbramos a pasarlas en exceso. Se nota que José controla los tiempos como un reloj suizo. A la perfección.
4. Pastel turco con melocotón en almíbar. Confesaré que en la elección del postre nos sedujo el exotismo del nombre porque no sabíamos muy bien a qué nos enfrentábamos. El pastel es en realidad la suma de múltiples capas de pasta filo emborrachadas con almíbar y coronadas con pequeños trocitos de melocotón. Para nuestro gusto fue el plato menos redondo, aunque también estaba realmente bueno.
Del pequeño local de Ayora salimos súper satisfechos por haber podido disfrutar (al fin) de Giramon, pero también tristes por su inesperado final. Confiamos en que el proyecto de José y Mihaela renazca en una nueva ubicación. Mientras, este último baile es ya inolvidable.