L'Olive en Barcelona

Muy buen restaurante para comer o cenar. El camarero Alejandro, nos ha atendido como si estuviéramos en casa. ¡Excelente!

Estaba todo muy bueno, sin duda repetiría el cheesecake, los entrantes estaban todos increíbles!

El servicio y la comida excelente, son muchos años que celebramos cumpleaños, comidas de Reyes y nunca defraudan.

¡Comida muy buena e interesante, en porciones adecuadas! Terminamos pidiendo probablemente demasiado para empezar, ¡pero aun así terminamos todo! De los 15 o 16 artículos pedidos (para 8 de nosotros), ninguno nos decepcionó. El vino recomendado era un tinto catalán muy bueno. Lo único que nos perdimos fueron los postres, ¡simplemente no había lugar después de esa comida épica!

Comida muy fresca y buena y lo mejor fue el servicio del personal... Sirven comida muy fresca y especialmente en el centro de la ciudad……. Seguro que volveré... el personal siempre está ahí para ofrecer un buen servicio... Debes venir y disfrutar de la buena comida en el centro de Barcelona……

¡Pasamos una cena muy agradable el último día del año en este hermoso restaurante! Empezamos con una estupenda tortilla de camarones. Seguido de un risotto de tinta de sepia y un filete de carne con patatas. Para terminar, un excelente milhojas con fresas, una auténtica delicia. ¡Servicio profesional y amigable! Los precios no son precisamente baratos, pero sí absolutamente acordes con la calidad de los platos que se comen y el alto nivel del servicio.

Calidad tradicional Hay días en que las mejores experiencias surgen sin planificarlas. Paseando por el Eixample, topamos con este restaurante justo a la hora de comer. Sin reserva ni expectativas, preguntamos si había sitio y nos acogieron con una sonrisa. ¿La primera impresión? Todo impecable, hasta los lavabos, un detalle que dice mucho. La carta, aunque no muy extensa, es muy variada, llena de propuestas de cocina catalana tradicional con un toque elaborado. Escoger no fue fácil, pero al final nos decidimos por una xatonada fresca y bien ensalada, y un tataki de atún con foie gras que era una auténtica delicia. Productos de primera y ejecución impecable. El servicio fue diligente, siempre atentos y sin hacernos esperar, un ritmo perfecto para disfrutar de la comida. De postre, los profiteroles con chocolate nos dejaron sin palabras: el chocolate, espectacular, como de pastelería de antaño. Todo ello, lo acompañamos con una botella de vino blanco extremeño, “Habla de mí”, que fue un acierto. Un sitio para repetir, con cocina casera cuidada, buen servicio y una experiencia que te atrapa desde el primer bocado.

Espacio tranquilo y elegante. Para disfrutar de una estupenda comida elaborada.

Hay días en que las mejores experiencias surgen sin planificarlas. Paseando por el Eixample, nos topamos con este restaurante justo a la hora de comer. Sin reserva ni expectativas, preguntamos si había sitio y nos acogieron con una sonrisa. ¿La primera impresión? Todo impecable, incluso los lavabos, un detalle que dice mucho. La carta, aunque no muy extensa, es muy variada, llena de propuestas de cocina catalana tradicional con un toque elaborado. Elegir no fue fácil, pero al final nos decidimos por una xatonada fresca y bien aliñada, y un tataki de atún con foie gras que era una auténtica delicia. Productos de primera y una ejecución impecable. El servicio fue diligente, siempre atentos y sin hacernos esperar, un ritmo perfecto para disfrutar de la comida. De postre, los profiteroles con chocolate nos dejaron sin palabras: el chocolate, espectacular, como el de una pastelería de las de antes. Todo lo acompañamos con una botella de vino blanco extremeño, "Habla de mí", que fue un acierto. Un lugar para repetir, con cocina casera cuidada, buen servicio y una experiencia que te atrapa desde el primer bocado.

Hacía unos años que no habíamos estado en este restaurante pero ayer tuvimos la suerte de que nos invitaran y pudierámos volver a disfrutar de una excelente comida, con platos muy bien cocinados y presentados, el servicio muy eficiente. Muy recomendable