Kitchen154 en Madrid

Seré breve por no spoilear. Riquísimo y muy amables. Simplemente gracias

Un local pequeno con espacio al bar y pocas mesas. Servicio de 10 porque nos ofrecieron cambiarnos a una mesa cuando se vació y tomaba el tiempo a preguntarnos amablemente cómo está todo y si necesitábamos algo aunque estaban ocupados. Dumplings y las costillas deliciosas!!

El sitio nos encantó. Habíamos llamado para reservar ya que íbamos con carrito y nos dieron mesa muy cómoda. La carta es corta, pero muy apetecible, pedimos curry de Gambon costillas, alitas y Dumplings. El picante fue bastante asumible y la comida riquísima me hubiese gustado ir con más gente para pedir más , aun así repetiremos. Tiene una zona de barras y mesas, el precio calidad es de lo mejor que he borrado últimamente y las costillas increíbles como se separaban el hueso de la carne, el punto perfecto. Las alitas estaban riquísimas y el curry espectacular.

Una opción muy divertida para cenar en pareja un viernes o sábado. Este mítico restaurante mantiene su sello: sabores intensos y una cocina asiática donde predominan las salsas coreanas y vietnamitas, trabajadas con técnica y generosidad. Más allá del plato estrella —las Korean Ribs, absolutamente imprescindibles—, merece la pena probar el curry rojo de langostinos, picante y fragante, acompañado de arroz, y la boloñesa china, una versión curiosa del clásico italiano, con cilantro, frutos secos molidos y un sutil toque cítrico de limón. En mi opinión, a esta última le falta un punto de sal para alcanzar el equilibrio. Las alitas de pollo también destacan, aunque el sabor de la carne queda algo eclipsado por la potencia de la salsa de miel con naranja. En conjunto, los Korean Ribs son el plato que realmente justifica la visita: tiernos, adictivos y con una salsa que invita a rebañar hasta el último resto. No probamos los dumplings —quizá porque la innovación en ese terreno es escasa y buscábamos sorprendernos—, pero la carta en general agradecería un toque más de vanguardia. Salvo las costillas, que deslumbran, el resto de platos se quedan algo huérfanos de sorpresa. Aun así, el conjunto funciona: la experiencia es divertida, el ambiente acompaña y los sabores son honestos. No llega a las cinco estrellas claras, pero merece mucho la pena ir… y volver.

Muy buena comida del sudeste asiatico en Madrid y a buen precio, arriesga pero sin perder las raices. Muy recomendable.

El sitio nos encantó. Habíamos llamado para reservar ya que íbamos con carrito y nos dieron mesa muy cómoda. La carta es corta, pero muy apetecible, pedimos curry de Gambon costillas, alitas y Dumplings. El picante fue bastante asumible y la comida riquísima me hubiese gustado ir con más gente para pedir más , aun así repetiremos. Tiene una zona de barras y mesas, el precio calidad es de lo mejor que he borrado últimamente y las costillas increíbles como se separaban el hueso de la carne, el punto perfecto. Las alitas estaban riquísimas y el curry espectacular.

Espectacular todo. Atención inmejorable, comida riquísima, bien de precio. Repetiremos

Este sitio nos encanta por varias razones. La primera, la comida es increíble, los sabores son una explosión en la boca y la segunda, siempre son muy atentos, pero en especial el trato de Elena hoy que fue muy amable y servicial en todo momento; por último el ambiente, no te imaginas que en sitio tan sencillo y urbano encuentres puestos donde se coma tan bien.

Volví despues de hace años y como las series que no son obras maestras no resulta actual. Lo que hace años era sorprendente despues de la evolución de la gastronomia madrileña ahora es mas del monton. Mala, en absoluto. Diferencial, para nada. Desgraciadamente si ha cogido lo malo de la evolución gastronómica. Prisas, espacios reducidos, ruidos y tratar al comensal como una cuenta. A destacar la lubina.

Es el lugar más auténtico que conozco para ir de vuelta al sudeste asiático. Recorres en el viaje todas las experiencias gustativas que te metes en la boca, resulta sugerente, sensorial y solo hay éxtasis en la experiencia. Eso sí, te tiene que gustar el riesgo y un poco el picante. Es el restaurante donde más veces he comido, por su cocina que nunca me cansa y porque el precio acompaña como para repetir sin parar… Los platos son todos especiales y están muy buenos…