Este fin de semana hemos tomado el último cocido en el Kiosko Torrero de la Pedriza. Escribo el último porque los camareros nos han comentado que han recibido ya la comunicación oficial de que cualquier día de la semana próxima lo van a derribar. Era el último kiosco que quedaba en La Pedriza. Recientemente han tirado el de Esteban, antes el de los Lujos, mucho antes el de Paulino,... Parece que que el Ayuntamiento de Manzanares se empezó a quejar a la Comunidad de Madrid y, los de Vías Pecuarias han decidido que hay que tirarlos todos. Estoy seguro que sobrarán argumentos legales para soportar esta decisión, pero, me parece una barbaridad, es ir contra más de 50 años de historia. Siempre puede haber indultos, como pasó con el Toro de Osborne. Llevaban toda la vida dando servicio a los madrileños que se escapaban a la sierra los fines de semana y en sus vacaciones. De toda la vida la Pedriza era un sitio donde las familias de clase media y media baja iban a bañarse al río, comer debajo de los pinos y tomarse el aperitivo o merendar en los kioscos.
Parece que políticamente esa forma de vida les molesta a algunos. Desde hace unos años se ha limitado el acceso horario a los coches, ya no te puedes bañar en el río (claro, los perros si se bañan), han tirado la represa que estaba un poco más arriba de Casa Julián, no se puede ir con motos de trial,... No se puede hacer nada. Y, tanta prohibición, ¿Para qué? Todo ideología, querer borrar los recuerdos de una época en la que la gente trabajaba duro pero se podía comprar un piso y una casa, salía al campo con su familia (la mejor hamaca y la sombra más fresquita eran para el abuelo), se hacía deporte en la sierra, ligabas bronce con la Nivea de la lata azul cuando salías de darte un baño refrescante en Charca Verde o en la Kindelan, la mítica Fifi no paraba de hacer viajes con su minibus subiendo y bajando a montañeros, te encontrabas a César Pérez de Tudela bajando del Pájaro, los vendedores de helados Frigo o Camy te acercaban sus productos a la hora de la siesta, etc. En definitiva, una época en la que todos éramos felices y libres.
Ahora, al quitar la represa, se han llenado de arrastres de arena las charcas aguas abajo (Vanesa, Infantil, Bañera,...). Como se ha limitado el acceso rodado, sube tan poca gente que casi todas las rutas se han cerrado por la maleza invasiva. te encuentras algunos ciclistas con bicicletas de montaña eléctricas, que parece que eso si les gusta a los que deciden ahora lo que se derriba y lo que no.
La comida del kiosco Torrero tenía una estupenda relación calidad-precio. Mantel de papel y edificación de refugio de montaña, pero el último cocido completo nos ha costado 12€ por persona. Buena calidad y precios asequibles. Los que han decidido que se tire, ¿Quieren que vayamos sólo a Lhardy, La Bola o El Charolés y que paguemos 60€? Creo que debe haber espacio para todos los bolsillos.
Además del precio, es un lujo sentarte en la terraza con una cerveza y una ración de lo que sea viendo la puesta de sol con una vista tan excepcional como el Yelmo, el Pájaro y toda la Pedriza en su verdadera magnitud.
¿Donde te tomarás ahora una sidra refrescante cuando bajes de refugio Giner de Los Ríos, del Tolmo, de las Torres o de donde te dejen subir?
Una pena que nuestra descendencia no puedan disfrutar en libertad de la Pedriza. Menos mal que tengo muchas fotos tomadas desde hace más de 50 años hasta ahora y les voy a poder enseñar gráficamente lo libre que éramos antes y como nos pretenden encasillar actualmente. Supongo que los que deciden limitar las actividades en entornos cercanos y otrora populares como La Pedriza, prefieren que nos quedemos en casa viendo Netflix en invierno y yendo a la piscina municipal de nuestro barrio en verano.
Hasta siempre, Kiosko Torrero!!