30/10/2024: Un sitio original y diferente, no cabe duda, con mucho trabajo detrás.
Su concepto de restaurante es una barra corrida estilo "omakase" como llaman los japoneses o mesa del chef con los propios cocineros sirviendo y explicando los platos. En un principio puede incomodar a los comensales más tímidos pero el personal sabe y te hace sentir muy confortable. Además se van adaptando al perfil de cada cliente. Se aprende mucho con esta interacción y resulta hipnótico verles terminar los platos. El que más estuvo con nosotros fue Xabi, un chico realmente agradable y simpático. También destacar el trato de Marc, pendiente todo el rato. No estaba el chef principal del restauranre, Artur Martinez pero todo salió sobre ruedas.
También es distinta a lo habitual (incluso en restaurantes con estrellas Michelin) su propuesta gastronómica. Me gustó la utilización de producto local, generalmente de pequeños productores de la zona y ponerlo en valor. También emplean muchas hierbas y vegetales desconocidos.
A pesar de esto yo no lo consideraría un restaurante "de producto" como tal, entendido con esa máxima de "un gran producto no necesita más" porque en sus elaboraciones conjuga varios elementos y se salen de lo habitual. Por ejemplo la lubina la fermentan en koji y queda una textura mantecosa que sorprende. También el el calamar lo hacen con un pilpil del propio cefalópodo. Aquí pensé que se la iban a pegar pero no, la untuosidad de la salsa mezclada con el sabor entusiasma y sorprende a partes iguales.
No se quedan atrás con la elaboración del cordero, con una grasa fundente y un punto de cocción magnífico.
No para todos los públicos es la molleja, que tiene un sabor muy potente y para mí gusto un pelín subido de humo de brasa. Apesar de ello se disfrutó y la textura era magnífica:crujiente y melosa, nada seca. Me gustó más el toque de brasa de la col, que hizo que tolerase un vegetal que considero temendamente aburrido.
La berenjena con el ragú de torregada es otro platazo pleno de sabor. Nos explicaron que es una receta típica de Terrasa con los interiores del cerdo y una butifarra. Potencia de sabor y toque picante agradable. Bien que se den a conocer estas recetas.
Para terminar, los postres. Aquí sí creo que quizás arriesgaron algo más de la cuenta para mi gusto. A lo mejor es que soy muy clásico.
El que no me hizo gracia fue un pimiento de piquillo con una textura muy reblandecida porque estaba como macerado en una mermelada de fresa muy dulce. Demasiado riesgo y el resultado es raro porque ese sabor del pimiento de piquillo no iba bien con el excesivo dulzor de la fresa ,no me parecieron elementos que casen bien de esta forma tan directa.
El postre del puerro, vainilla y café me parece que está mucho mejor resuelto ya que el vegetal viene muy frito y crujiente y algo azucarado y solo te llega el matiz del puerro sin ser molesta su textura, el café pone el contrapunto amargo.
El helado de maíz también me gustó: cremoso sin empalagar y el limón le da esa acidez.
En definitiva, me encantó la experincia en este restaurante, que se esfuerza en seguir su propio camino y tener identidad propia. Se disfruta mucho y logra ese factor sopresa que uno busca en este tipo de experiencias. Todo el personal es encantador y nos hicieron sentir a gusto. Un acierto haber elegido cenar aquí.
07/09/2024: Un viaje culinario excepcional con bocados meticulosamente elaborados repartidos en un impresionante menú de 20 platos. Cada plato combina armoniosamente ingredientes y sabores de España, Japón, Perú y más allá, mostrando una fusión magistral de influencias globales. El ambiente es elegante pero acogedor. El servicio es impecable y el personal demuestra una magnífica atención al detalle y un profundo conocimiento del menú.