Èter en Madrid

Cuando la juventud es una virtud rodeada de pasión por lo que haces, respeto y cercanía con el cliente, surge una maravillosa sinfonía que hace pasar una experiencia de esas que dejan huella... y así fue, fuimos al restaurante Èter para probar otra experiencia michelín más, pero de verdad que todas nuestras expectativas fueron ampliamente superadas. Desde que entras por la puerta percibes que algo va a ser diferente y desde las primeras palabras de los hermanos Sergio y Mario empiezas a ser partícipe de esa pasión que da como resultado una inolvidable experiencia gastronómica, aquí no hay artificios, imposturas, solemnidad encorsetada sino la sencillez sublime de un equipo de personas que hace que te sientes a disfrutar sin más pretensión de un menú con el que con cada pase quedas fascinado a través de una combinación de sabores con un increíble acierto, nada desentona y todo te sorprende, cada pase queda en recuerdo en forma de gusto perfecto, es algo que en muchos otros lugares de alta cocina no nos ha surgido de manera tan profunda. Sin duda, uno de nuestros nuevos referentes el cual recomendamos sin dudarlo y del que esperamos disfrutar nuevamente con cada una de las cinco propuestas que presentan al año. Enhorabuena a todo el equipo por el magnifico trabajo realizado pero sobre todo por esa cercanía, amabilidad y pasión que transmitís.

Impresionante todo. Deseando probar el menú de la próxima estación.

Una experiencia increíble de principio a fin. ¡El mejor restaurante que hemos probado en Madrid! ❤️

De las mejores cosas que te pueden pasar cuando buscas un restaurante es encontrar uno que esté yendo a por la estrella michelín, pero que todavía no la haya alcanzado; la apuesta por la calidad es máxima, y el precio todavía no se ha puesto al nivel de los seleccionados. Éter está en ese momento, y lo hace a través de la maestría y dominio de los ahumados; casi todos los platos actúan en tandas de tres y hasta cuatro olas de sabores combinados que van golpeando el paladar, y en muchos de ellos juegan con el intenso toque de los ahumados: desde el tomate y masas a los más habituales carnes y pescados. No escatiman tampoco con el producto, seleccionando lo mejor en un mercado global; ya sean chipirones rellenos con arroz y fermento de sake de origen japonés, masas de harina corsas, tomates sicilianos, ingredientes mexicanos o, más de la tierra, mantequillas cántabras. Se agradece también el descaro del chef, que arriesga e intenta sorprender a la audiencia, con combinaciones como la merluza ahumada y el helado: uno espera espectáculo e innovación y hay que aplaudir siempre la valentía. El maridaje, amplísimo, con una carta de vinos digitalizada y abrumadoramente extensa; recomendamos para el menú las variantes navarras y aragonesas de tempranillo y graciano: primer golpe robusto, con cuerpo, en la lengua para irse reposando después con tonos más afrutados. Debe destacarse también el cuidado puesto en la presentación, y también al tacto, con una vajilla impresionante que recuerda al diseño industrial que se lleva en los nuevos templos culturales de Madrid (Matadero, Cuarteles del Retiro, Las Naves...) así como la imuminación, que ofrece un ambiente íntimo y sabe sacar los mejores reflejos del vino. La atención del personal también es magistral, en todo el amplio sentido del término, a la manera de los Michelín. Y es que igual que un Museo se disfruta más cuando un profesional guía tu visita, lo mismo ocurre con la gastronomía. De 10, deseamos muchos éxitos Éter.

Muy buena experiencia, de hecho repetiremos. Platos muy equilibrados y con ingredientes de lo más variopintos mezclados armoniosamente y personal super amable. Quedamos encantados. Gracias por iniciarnos con nuestra primera experiencia en la alta cocina.

Todos los años voy un par de veces y esta vez fue sublime el menu degustacion que tienen esta temporada. La armonía de sabores y texturas, es simplemente espectacular. De los mejores menu degustacion de Madrid.

Todo magnifico. Los 12 pases 10 salados y 2 postres exquisitos. Las explicaciones magistrales, el ambiente fenomenal. Fuimos 3 a comer el martes 1 de Julio y salimos encantados. Repetiremos en Octubre para el cambio de menú. Gracias Mario eres un profesional de 10.

Hace un par de años los hermanos Tofe se instalaron en Arganzuela que se se está volviendo un polo gastronómico. Pequeño local, media docena de mesas y decoración sobria y reposante...tal vez la música un pelín más suave. Cambian el menú 4-5 veces al año, esfuerzo muy loable y siguen de cerca el producto de temporada. Y en primavera...verduras. El menú empieza a lo pobre con una sopita de pan, donde se ve los milagros que hacían nuestras abuelas con nada. Agua, pan duro, sal y tomillo para el gusto y si había suerte un dedal de tocino. Antes de llegar al primer bocadito caliente, la elegante alcachofa con brandada de bacalao, probamos 2 creaciones agradables,una suave crema de guisantes y una fresa a penas encurtida con su salsa de alcaparras. El delicioso pan Brioche y el hojaldre para el strudel de verdura ( muy acertado el contraste con el helado stracciatella) viene de un obrador al lado y el magnífico pas del obrador San Silvestre en la Latina. Unas irreconocibles mollejitas tras cocer 8 horas a baja temperatura con sus rebozuelos y un acertado acidillo del agua de tomate y un tierno cordero completan las carnes. Para mí la sensación del menú fue la corvina salvaje: bocado exquisito a pesar de su aparentemente sencillez. Dos postres completan este menú, los nísperos de temporada con pipas crujientes y con 2 cervezas salimos por 100 € por persona. A descubrir ya si no lo conocen.

Creatividad y derroche de técnica en la cocina y excelente carta de vinos en una especie de bistró sofisticado. Muy recomendable.

Hay 4 menús al año, y esta temporada era espectacular de marisco y pescado. Todo genial y si es para cena, quizás en demasía.