els 4 Gats en Barcelona

Caro y raciones muy pequeñas. Los aperitivos son minúsculos.

Maravilloso y tranquilo restaurante lleno de anécdotas históricas de los intelectuales de la época

Merece la pena entrar fuera del horario de comidas para sentarse a tomar algo y sentir el ambiente literario.

¡Picasso estuvo aquí! ¡Y nosotros también! ¡Qué ambiente tan genial! Imagínate en aquellos tiempos...

Un restorán fabuloso! La ambientación muy especial. Había un pianista tocando el piano de cola. Fueron muy atentos en el servicio. Y la comida... ouf!.. buenísima!

Vine aquí el día de Sant Jordi para tomar un café y un postre. ¡¡¡Este postre estuvo increíble!!!😻

Els Quatre Gats es nominalmente un restaurante, pero en realidad es más bien un microcosmos de historia cultural. Fundado en 1897, fue en su día un lugar de encuentro de artistas modernistas catalanes y Picasso también celebró aquí su primera exposición individual. El nombre del restaurante, “Cuatro Gatos”, era originalmente un término del argot español para “un pequeño grupo de bichos raros”, pero ahora se ha convertido en uno de los símbolos del espíritu cultural de esta ciudad. La tienda conserva muchos elementos decorativos originales. Las vidrieras, las lámparas clásicas y los carteles retro dan a la gente la ilusión de estar entrando en un salón de finales del siglo XIX. En la pared se pueden ver varias copias de los manuscritos de Picasso y actas de los pintores que asistieron al evento. El ambiente es tranquilo y un poco nostálgico y romántico. La comida es de calidad media y un poco cara, pero lo que realmente se consume aquí es una sensación de presencia histórica: sentado en un espacio así y bebiendo una taza de café, casi se puede imaginar a los artistas del pasado susurrando sobre estética y vida. Recomendado para viajeros interesados ​​en la historia del arte, la arquitectura y la atmósfera. No para una buena comida, sino para una breve conversación con espíritu creativo.

¡Una comida épica! ¡Un montón de historia que se remonta a Dalí y Picasso! Comí dos veces aquí durante mi viaje y me encantó todo, desde los aperitivos hasta la paella. La segunda noche nos dieron la mesa descubierta detrás del piano, que al parecer era el rincón preferido de Picasso, ¡qué locura!

Es una experiencia única para entrar en la atmósfera del modernismo Catalán, los sabores de su comida y bebidas de la gastronomía Catalana. El servicio es bueno y rápido. No es n sitio económico, prepara 70 euros por persona, pues un buen vino hay que pedirlo!; la experiencia lo vale, recomendable reservar pues la demanda es muy alta.

Un arroz bueno y unos entrantes también buenos. En fines de semana mejor hacer reserva. El personal bien. Un local histórico de toda la vida. No es barato. La relación calidad precio está descompensada. Pagas el sitio.