Las casualidades existen pero son ínfimas en nuestro devenir diario o así suelo creerlo yo.
Sin embargo, un montón de ellas me llevaron a celebrar mi aniversario de pareja en esta maravillosa casa digna de la escena mítica de los espaguetis en la dama y el vagabundo.
Pegadita al Mercat de la Concepció, en Pasatge del mercat num 14, se ubica esta perlita que transmite cariño en cada detalle.
Aprovechada al milímetro esta casa de comidas es un oasis en el centro barcelonés, un remanso de paz, uno de esos lugares donde refugiarte del trajín de la ciudad condal y disfrutar de una maravillosa velada.
El pasado 29 de agosto, tras una temporada de órdago laboralmente hablando rematada por el día a día de la vida familiar con dos niñas y poca ayuda, el destino nos llevó a tener nuestro primer momento a solas con mi ángel tras más de dos años y medio de cambios, nervios y gran presión. No pudo ser mejor, pues el tiempo paró y mi ansiedad desapareció perdiéndome en los increíbles ojos grises de Olga. Todo cuanto acompañó esas mágicas horas, simplemente me pareció eso, mágico.
Podría haber estado en esa mesita exterior, iluminada tenue y románticamente hasta el día del juicio final disfrutando de cada plato y de esa atmósfera cargada de paz que tanto necesitábamos.
Su propuesta me pareció divertidísima y muy bien ejecutada con varios pases para recordar. Fundamentada en nuestra cocina mediterránea no esconde pinceladas acertadas de gastronomías viajeras teniendo principal peso la influencia sudamericana y la asiática.
El Producto de calidad y el buen servicio rematan una cena para enmarcar que guardaré siempre con mucho cariño.
GRACIAS SERGIO, MIL GRACIAS POR UN LUGAR TAN ESPECIAL.
Menudo descubrimiento.
Carlos Aragundez
.
02 Octubre 2024
8,0
Fuimos para celebrar un cumpleaños y la experiencia fue redonda. Comida excelente, personal encantador y servicio impecable. El precio no es económico, pero ajustado a lo que ofrecen, por lo que lo merece y más aún en un día especial.
No puedo valorar el local, porque comimos en la terraza y no llegamos a entrar en ningún momento. Está en un callejón pegado al mercado de la Concepción, de donde obtienen todos los productos frescos. Por su ubicación es difícil de encontrar, si no lo conoces (por casualidad, difícilmente te lo encontrarás). Y aún así estaba a tope, de donde se deduce que tiene bastante éxito.
El personal merece mención especial. Son súper atentos y amables, pendientes en todo momento de la mesa, pero sin ser invasivos. Nada más llegar nos ayudaron, sin dudarlo, para sentar a la mesa a una persona que va en silla de ruedas. Durante la comida nos atendieron varias personas en distintos momentos y todas ellas estuvieron a la altura. La persona que se ocupó mayoritariamente de nuestra mesa fue Sara. Nos presentó la carta, tomó nota del pedido, sirvió los platos, etc. De ella hay que destacar su simpatía, amabilidad y buen hacer en todo el servicio. ¡Impecable!
En cuanto a la comida, ¡deliciosa!
- APERITIVO
Para empezar, nos trajeron un pequeño aperitivo, cortesía de la casa, mientras tomábamos unas cañas y esperábamos los entrantes que pedimos para compartir.
- ENTRANTES
Pedimos unas croquetas de jamón ("Cremosa d'Gla") y otras de centollo ("Cremosa de Txangurro"), ambas muy cremosas y de sabor intenso.
También pedimos una ensaladilla con ventresca de bonito, piparra y oliva kalamata, ("La Rusa") que, aunque está muy buena, sería para mí el plato más flojo de los que comimos.
- PRINCIPALES
Los principales fueron dos arroces ("Itxaso eta Mendi" y el arroz del día, fuera de carta) y un lechazo ("Qué Lechazo!").
El "Itxaso eta Mendi" es un arroz marinero con kokotxas de bacalao al pil pil y sepia. El arroz estaba en el punto perfecto y con un sabor marinero intenso. Las cocochas, un bocadito sabroso, tiernas y cremosas.
El arroz del día era de costilla de Black Angus a baja temperatura. De nuevo, el arroz en un punto inmejorable y un sabor espectacular. La carne, tierna, jugosa y sabrosa.
El lechazo a baja temperatura con demi-glace y una guarnición de una elaboración de patata (no sé si era un milhojas o algo similar, porque no la llegamos a probar). El lechazo cocinado a la perfección, tierno y rico. La demi-glace, para mi gusto, un poco escasa en el plato y quizá deberían haberla reducido un poco más, porque le faltaba untuosidad.
- POSTRE
Llegamos a los postres con el estómago lleno y no queríamos nada más. Pero no nos pudimos negar a compartir una torrija ("Torrija Casa Amalia"), que es de pan brioche y bañada en chocolate blanco, acompañada de una bola de helado de cardamomo. La ración es muy generosa, por lo que se puede compartir perfectamente, sobre todo si, como nosotros, ya estás más que satisfecho. La torrija es cremosa y muy dulce (¿quizá demasiado?), especial para personas muy, muy golosas. El helado ayuda a rebajarla y la combinación es ideal.
- BEBIDA
Como he mencionado, tomamos unas cañas de aperitivo. Durante la comida, agua, una copa de vino rosado y una botella de tinto. Con el postre, unos carajillos.
- VALORACION
El precio fue de 65€ por persona, pagados con mucho gusto.
- Carta de comida algo corta, pero muy dinámica (cada día hay algún cambio)
- En comparación, la carta de vinos es bastante más extensa. Precio un poco sobrecargado en este apartado.
- Relación calidad/precio muy buena.
- Comida deliciosa y de calidad, muy bien preparada.
- Servicio perfecto.
Fue nuestra primera visita a Casa Amàlia, pero queda en la lista de los que merecen más visitas.
caalmate
.
12 Septiembre 2024
10,0