Bodega de los Secretos en Madrid

Llegamos al restaurante sin reserva un lunes al mediodía y pedimos al gerente una mesa para nueve personas, con la petición de que cenáramos lo antes posible ya que teníamos programada una visita al museo Reina Sofía en el 90'. Después de una rápida consulta con la cocina, respondieron positivamente a nuestra solicitud, en 2 minutos prepararon nuestra mesa y disfrutamos de una deliciosa comida gourmet en un hermoso entorno en un tiempo récord. ¡¡Gracias por la buena comunicación y el servicio profesional pero al mismo tiempo amable!!

Lo encontré por Internet, tuve un buen presentimiento y acerté. Es un sitio super bonito y acogedor, las luces,las mesas,unos baños muy originales y super limpios,en fin un ambiente de 10.La comida increíble, recomiendo el pato,buenos vinos y un servicio insuperable, lo pasamos genial, lo recomiendo al 100%

Era un restaurante encantador. Teníamos el solomillo ibérico. Estaba delicioso, la carne muy suave y bien cocida, también tenía cuscús. También comimos las croquetas ibéricas y el arroz con leche. Ambas buenas opciones. Las mesas tenían diferentes temas, esta fue una buena idea para el restaurante sin dejar de ser elegante. En general muy buen lugar.

Tal cual el nombre, restaurante con encanto y acogedor. Pasillos con cuevas para tener una velada adaptable según la compañía. Recomiendo ir y probar la fusión de sabores que te sorprenderá en cada plato. Calidad-precio, recomendable.

Te enamora el sitio, es único y muy especial. La comida bien, aunque la carne nos la hicieron demasiado...Una buena selección de vinos.

La historia detrás de esta bodega subterránea del siglo XVII es fascinante y se suma al misterio de este elegante restaurante. A principios del siglo XIX, los ciudadanos de Madrid se escondieron de los soldados de Napoleón en este mismo sótano. También sirvió como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil Española. Ahora, afortunadamente para nosotros, es un restaurante bien curado donde la buena comida está a la orden del día. El personal es bastante profesional un día atento. La comida es de alta calidad y excepcionalmente preparada. Comí solomillo ibérico con salsa de oporto y cuscus, ¡delicioso! También probé la tarta de queso de postre. Sencillo pero con una textura perfecta. Toda la experiencia gastronómica es de primera categoría y el lugar ofrece un ambiente como ningún otro.

Precioso restaurante en el centro de Madrid en una antigua bodega de vinos. Perfecto para una cena romántica, es un sitio precioso. La comida está bastante buena y el servicio estupendo.

Excelente lugar para una cena íntima y privada. Las croquetas de chipirón y el confit de pato se llevaron los créditos

Reservé en este restaurante por ser el cumpleaños de mi marido y quería ir a algún sitio especial. Nos dieron una mesa en una esquina, apartadita, muy agradable de espacio y muy íntima. El restaurante es bonito y original (aunque no es apto para personas con movilidad reducida al estar en una cueva y tener tramos de escalera), en algunos momentos percibía cierto olor a humedad, pero imagino que estando donde está es imposible que esto no ocurra. Mientras nos traían lo que habíamos pedido, nos sirvieron una cesta de pan con un vasito con crema de verdura, muy rica. Pedimos para compartir unos bocaditos vegetarianos con salsa tzatziki y luego de principales mi marido pidió entrecot con patatas aliñadas y yo pedí risotto cremoso de boletus y espárragos trigueros. Los platos nos gustaron, todo estaba rico y bien presentado. Es cierto que a mí el risotto no me pareció espectacular comparado con otros que he probado en otros restaurantes. Me dejó un poco indiferente. Mi marido sí disfrutó de su plato y los bocaditos vegetarianos estaban ricos. De postre pedimos torrija, que la verdad es que, pese a estar buena, la sirvieron tal cual, sin un poco de helado o algo de decoración. Me dejó un poco indiferente también. Nos atendieron bien, sin más. El precio elevado. En resumen, es un sitio bonito para una ocasión especial, me gustó mucho la especie de reservado que nos dieron, pero no me entusiasmó como esperaba.

Restaurante ubicado en la calle de San Blas, prácticamente en el cruce conb San Pedro. Buena presencia a pie de calle, aunque su aspecto no refleja el gran despliegue decorativo y arquitectonico que aguarda al descender por las escaleras. Resulta llamativo comprobar cómo una bodega pudo transformarse en un original restaurante en el que se han extremado las precauciones para que el cliente se sienta cómodo. Las mesas están dispuestas en huecos naturales que se convierten en verdaderos reservados. Estan comunicadas por pasillos muy bien ambientados e iluminados. En ningún momento se percibe olor a comida. La atención es sumamente cordial y amable. La comida es de primera calidad y buena presentación. Bodega suficiente. Precios bastante ajustados teniendo en cuenta la calidad y originalidad del servicio ofrecido. Se recomienda reservar con antelación, porque suele tener mucha demanda. Ideal para ir en pareja, con amigos o en familia.