Para mí, esta taberna es mucho más que un simple restaurante. Tiene ese espíritu auténtico del sur, esa calidez que te hace sentir como si estuvieras en un pueblo andaluz, pero con el ritmo vibrante de la capital. Lo que más me gusta es cómo han sabido fusionar lo mejor de ambos mundos: las recetas de siempre, esas que saben a tradición y a familia, con el carácter y la energía de Madrid. No es solo comer, es una experiencia.
Puedes probar desde unos fritos de Cádiz que son una auténtica delicia, con ese punto crujiente perfecto, hasta un salmorejo que te transporta directamente a Córdoba. Y, por supuesto, no podían faltar esos platos que son pura esencia castiza, como unos callos que son sencillamente increíbles. Es como un viaje gastronómico por lo mejor de nuestra tierra sin moverte de la ciudad.
El ambiente que han creado es otro de sus grandes aciertos. Es ese sitio perfecto para lo que sea: si quieres comer algo rápido en la barra, charlando con los compañeros, o si buscas un lugar para celebrar algo especial con mesas llenas de platos para compartir. Y cuando ponen esa música, ese flamenquito de fondo, la tarde se alarga sola, con buen rollo y alegría.
Me parece admirable que, manteniendo esa esencia tan personal y cercana, hayan crecido hasta tener nueve locales. Eso demuestra que a la gente le encanta, que no soy el único que valora encontrar un trozo de autenticidad en medio del ajetreo. Siempre que voy, me reciben con una sonrisa, como si volviera a casa. Sin duda, es un sitio al que tengo un cariño especial y al que siempre tengo ganas de volver.
Julio Cesar
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17 Septiembre 2025
8,0