The Fish & Chips Shop en Barcelona

Hemos estado aquí mi pareja y yo, y la verdad que comida top, atención genial y ambiente súper tranquilo! Para volver😍

El mejor fish and chips que he probado en Barcelona. Crujiente por fuera y increíblemente jugoso por dentro. Las patatas y la salsa, espectaculares! el ambiente... precioso. Cantidad /calidad/precio 5* Repetiré seguro!

Nuestra experiencia fue acompañada por Carlos, quien de la mejor manera nos aconsejó sobre los platos y nos explicó los vinos. No ha sido solo una cena, ha sido una experiencia gastronómica, y todo gracias a una persona que ha sido un gran profesional, convirtiendo esta noche en una velada de gastronomía con estilo estrella Michelin.

El Fish Bar en Barcelona es una auténtica joya para los amantes del buen pescado. La calidad del producto se nota desde el primer bocado: fresco, sabroso y perfectamente cocinado. La fritura es ligera, nada grasosa, lo que permite disfrutar del sabor del mar sin sentirse pesado después de la comida. Los precios son muy razonables para la calidad que ofrecen, lo que convierte la experiencia en algo accesible sin renunciar a un nivel alto. Además, el personal es encantador: atentos, simpáticos y siempre con una sonrisa, lo que hace que uno se sienta bienvenido desde el primer momento. En definitiva, un lugar ideal para disfrutar de buen pescado en un ambiente relajado y agradable. Muy recomendable.

La comida está deliciosa, pero asegúrate de reservar antes de venir. Cuando nuestro pedido se retrasó, nuestro camarero Max se disculpó y amablemente nos trajo una rebanada de tarta de queso como un detalle.

El Fish Bar es uno de esos lugares que, al cruzar la puerta, te cambian el ritmo. Afuera, barrio tranquilo; adentro, olor a mar, calor de cocina y voces que invitan a quedarse. Street food con alma inglesa en diálogo con otras orillas. Carlos, mozo de oficio amable y conocimiento real de cocina (importantísimo). Atrás, Rohit, el artífice, orquestando la cocina con mucha prestancia. Arrancamos con croquetas de sepia que entran directo al podio de nuestra memoria gustativa, recomendadas por Carlos. Cremosas, ligeras, textura que no se mastica: se deshace en boca. Luego, tataki de bonito con wasabi y soja cítrica: frescor inmediato. La dorada, con pomelo, tomate y aceite verde: jugosa, ligera, breve. El capítulo central: bocata de calamares con chipotle. Brioche mantecoso, calamar frito con pulso, picante calculado y cebollín como contrapunto fresco. Hamburguesa de merluza: crujiente por fuera, jugosa por dentro, tártara fresca y un pan tipo slider que parecía salido de un capítulo de Motz Burgers acompañado de papas rústicas con polvo mágico. Vinos orgánicos que acompañan sin robar escena y que nos permitieron degustar. Y una caña de Estrella Damm servida como debe ser. Flan casero ultra mega archi cremoso con un toque especiado. Una conclusión. Salimos con la certeza de haber vivido un momentum: atención precisa, platos cuidados y ese gusto a mar que te hace querer volver.

Visité este restaurante con amigos y me encantó. El ambiente es informal pero refinado, con una atención al detalle que te hace sentir como en casa enseguida. El servicio fue excelente, y agradezco especialmente que se admiten perros y que hablen inglés. Empezamos con sus croquetas de pescado, que estaban absolutamente deliciosas; mi favorita fue la de gamba roja. El fish and chips estaba perfectamente crujiente y nada aceitoso, el atún estaba cocinado a la perfección (¡y normalmente ni siquiera me gusta el atún!), y el brioche con pescado frito fue una delicia. También tienen una muy buena selección de vinos para maridar la comida. Lamentablemente, esta vez no había ostras disponibles, pero esa es una razón más para volver pronto. Una verdadera joya escondida, ¡sin duda un lugar que vale la pena visitar!

Fui con mi pareja y Carlos nos atendió genial! Además llegamos a las 22:30 porque no podiamos antes por trabajo y nos atendió con una sonrisa aunque cocina cerrara en breves. Comida y atención de 10! Pedimos bravas y brioix de calamares que estaban brutales (al brioix sí hubiese estado bien rellenarlo con un poquito más de calamares que están buenísimos). Gracias!! Volveremos seguro!

El pescado y las patatas fritas son deliciosos, el ambiente es bueno y el propietario es muy acogedor.

Un local pequeño pero bien aprovechado con una carta corta pero con producto de calidad. Empezamos con unos calamares con nos parecieron realmente buenas. Seguimos con un bocata de calamares que nos gustó mucho y para terminar pedimos el fish and chips, que aunque no sigue la receta tradicional, nos pareció delicioso. No soy muy de pescado pero este lugar me gustó mucho.