Taberna Santa María en Guadalajara

La cocina y la atención del personal, Candela y Michelle, fenomenal. Para repetir.

Muy amables poniendo tapa con la bebida. La cena estaba muy buena.

Un sitio para volver!! Trato perfecto por parte de Candela y Misel

Super buena atención de los camareros, las tres veces que hemos venido y los camareros que nos han atendido han sido muy buenos, en esta ocasión nos ha atendido Mishell y ha sido un muy buen servicio.

La terraza en un entorno magnífico junto a la catedral. Atención exquisita y gran amabilidad por parte de Teo, que nos ha atendido con una sonrisa y conversación entrañable. Comida calidad-precio adecuada. Estupendos los calamares y las alitas de pollo. Las delicias de berenjena pintaban muy bien. Volveremos.

Un buen bar para ir de tapeo o almuerzo , para comer y cenar no he estado ...pero calidad precio muy recomendable , sin duda si vuelvo a Guadalajara repito seguro . Y el camarero....Teo un 10

Montaditos muy buenos a buen precio. El camarero Teo muy atento y amable, nos hizo el almuerzo muy ameno.

Un oasis en medio de Guadalajara. Amabilidad a raudales por parte del camarero. Imprescindible!

De paseo por Guadalajara, encontramos este sitio de casualidad nos han atendido de forma superamable y nos han indicado los lugares a visitar. El camarero que nos atendió,Teo, un tío superprofesional y sobre todo amable y educado.

Una taberna con alma y sabor en pleno centro La Taberna Santa María es de esos sitios que no solo se visitan, se repiten. Y no solo por su cocina —que merece mención aparte—, sino por la calidez del equipo humano que la hace funcionar. El servicio es rápido, cercano y atento, con un equipo de camareros y camareras que trabajan con ganas y profesionalidad, y una propietaria -Daniela- al frente que transmite compromiso y cercanía. Se nota cuando las cosas se hacen con mimo, y aquí lo hacen. De la carta me quedo con los torreznos, las alitas al ajillo y las carnes: sabores bien elaborados, con mucho acierto. Y ojo a los desayunos, donde las tostas y el pincho de tortilla son apuesta segura. El interior ha sido reformado recientemente, ganando en espacio y comodidad, y la terraza frente a la concatedral convierte cualquier encuentro en un pequeño lujo. Un local bien situado, bien llevado y con precios razonables (10–20 € por persona). Un lugar que suma por la comida, pero sobre todo por la gente. Volver es siempre un acierto.