Soy Kitchen en Madrid

Calidad/precio de 10. Probamos el menú degustación de 8 pases y un precio de 75€ y fue experiencia perfecta, para mí todos los platos fueron una gran elección. Destacar el tuétano que es brutal. Volveremos para probar el de 9 pases.

Cocina china con sello Michelin, recomendados el tuétano, el bogavante, la gyoza de rabo… Menú degustación bien pensado y sorprendente, igual que el servicio y el ambiente

Pedimos el menú degustación de 8 platos y la verdad es que es muy variado y curioso, pero como en todos estos sitios alguno de los platos muy escaso. En general nos gustó mucho el sitio y sobre todo el servicio aunque quisiera destacar que en un restaurante de esta categoría me parece imperdonable que no se ponga aunque sea un pequeño mantelillo o algo que por lo menos impida que se te peguen los brazos a la mesa y los cubiertos no los tengas que dejar encima de la mesa sin ninguna protección. Por lo demás todo correcto.

Muy rico! Olía un poco a comida que me sorprendió por el tipo de local que es. Pero en general muy rico.

Un sitio fantástico con un menú maravilloso. El personal es de 10, son todos encantadores.

El menu degustacion es super recomendable

Muy bueno todo en particular el tuétano, recomendable para momentos especiales.

Jamás había vivido algo así. Descubrí “Soy Kitchen” en Madrid gracias a TikTok —no era el más puntuado, pero algo me atrajo. Al llegar, la zona no presume de lujo, pero desde la entrada se siente algo especial: acogedora, cálida, casi como entrar en casa. Nada más cruzar la puerta, las meseras te reciben con una amabilidad que va más allá del protocolo: te hacen sentir parte de la familia. Y ahí, presidiendo el salón, está la foto de Julio, el chef, quien no solo cocina, sino que recorre el salón, entra y sale de la cocina, supervisando cada detalle con pasión visible. La iluminación es perfecta, íntima y envolvente. Te explican el menú con claridad, sin prisas. Si necesitas repetir, lo hacen con paciencia y una sonrisa. La experiencia se construye plato a plato: nueve rondas magistrales, cada una explicada por un camarero distinto —rotan como si cada pase fuera una escena de teatro— y todos con un conocimiento impecable de lo que presentan. Cada plato supera al anterior. Es un recorrido sensorial donde el sabor, la presentación y la atención se unen en perfecta armonía. Al finalizar, la sensación es única: plenitud, emoción y agradecimiento por haber vivido algo tan auténtico. No sé si los inspectores Michelin han estado aquí, pero deberían. Porque este restaurante no solo sirve comida, sirve momentos inolvidables.

Soy Kitchen, en su actual ubicación en Zurbano 59, ha sido para mí una de esas experiencias que te reconcilian con la gastronomía creativa, esa que sorprende sin caer en artificios. El local es acogedor, con mesas amplias, buena iluminación, y algo que valoro muchísimo: buena acústica. Se puede conversar sin tener que levantar la voz, algo que parece un lujo últimamente. Y sí, los baños, impecables. Es un detalle menor para algunos, pero para mí dice mucho del cuidado que hay detrás. La atención fue de diez. El personal está volcado en que disfrutes, te explican cada pase con mimo y pasión, y no te dejan con la copa vacía ni por descuido. Se nota cuando hay equipo y cuando hay formación, y aquí hay de las dos cosas. Hablemos del menú. Nueve pases, cada uno más sorprendente que el anterior. Platos con carácter, con matices, con identidad. No los voy a enumerar porque, sinceramente, prefiero que vayáis sin saberlo todo y os dejéis llevar. Solo os diré que el tuétano y la picaña merecen una mención aparte. No os van a dejar indiferentes. Y ahora lo digo sin rodeos: por el nivel de cocina y experiencia, el precio me pareció hasta bajo. He pagado más en otros restaurantes que no llegan ni de lejos a esta propuesta. Mi enhorabuena a Jong Ping Zhang, o Julio, por un trabajo que se nota meditado, ejecutado con alma y con el sello de quien sabe lo que está haciendo.

Ayer comimos de nuevo en Soy KITCHEN y Julio( así llamamos al jefe desde la época de la plaza de los Mostenses) sigue manteniendo un altísimo nivel. No soy especialista en las cocinas orientales pero me gustan, algunas mucho, y no sé si Julio aplica los estrictos cánones pero lo que cocina es sabrosísimo. Desde la sopa miso para entonar, a la corvina marinada, el tuétano al horno hasta llegar al espléndido bogavante, plato estrella, todo está exquisito con ese puntito de suave picante tan elegante. Tal vez el sabor del helado de maracujá pueda tener más fuerza. Un servicio impecable, una de las mejores mesas de cocina asiática de la capital. Un verdadero placer gastronómico por 100€ por persona.