Solo De Croquetas en Madrid

07/12/2025: Reservamos para dos en sala. Tienen opcion en barra y sala. Si vas en pareja, sin duda sala. Reservé online y luego te llaman para confirmar aunque también lo puedes hacer mediante correo. Lo primero que me gustó es que te guardan los abrigos. Una vez en tu mesa te acomodan las butacas y ahí empieza la magia. El jefe de sala, era italiano y nos recomendó la cantidad a pedir y la combinación más correcta de platos. La carta es pequeña y selecta. Tienen opción de menú degustación o platos. Te ofrecen champán blanco o rosado y agua. A partir de ahí entra en acción el sommelier que te recomienda el vino en función del gusto del comensal. En nuestro caso pedimos un vino tinto suave. Acertó de pleno. Delicioso. Nos trajeron el carrito con tres tipos diferentes de pan, mantequilla de Normandia a la que le dan forma de cono y aceite de Jaén. El pan lo reponen al igual que el agua. Los platos hablan por sí solos en las fotos. Los tres platos de este día imprescindibles bajo mi punto de vista son: las alcachofas con papada, los pappardelle de trufa blanca, y las mollejas. Luego pasan a los quesos. Hay una persona, fromelier, que está especializada en elaborarte una tabla. En nuestro caso fuimos directos al postre. Un souffle maravilloso. En ese momento el sommelier te ofrece un vino dulce o una bebida digestiva. Y terminamos la experiencia con un ritual de café de Kenia delicado y sabroso. Ha sido una experiencia inolvidable. La elaboración y presentación de los platos y el sabor es magnífico pero sumado al estilo del restaurante, a las vistas a la cocina y al trato humano en sala y recepción cierran el broche de la perfección. Gracias, no necesitan recomendación, su trabajo habla por sí solo.

07/12/2025: Una comida en Saddle es de esas experiencias que te reconcilian con lo que significa comer bien. Desde el primer bocado hasta el último detalle del servicio, todo fue delicioso, cuidado y perfectamente ejecutado, pero sin esa distancia que a veces tienen los restaurantes con estrella: aquí te hacen sentir en casa. La cocina trata cada producto con un respeto enorme. Se nota en cómo llegan los sabores, limpios, redondos, sin disfraces. Hay técnica, sí, mucha, pero lo que más impresiona es que detrás de cada plato sientes cariño por la comida. Y eso llega. El servicio es de los que no se olvidan: atento, cálido, natural. Te acompañan, no te recitan. Se agradece muchísimo. Y tengo que decirlo: por primera vez en mi vida, un queso me emocionó. Literalmente. Esa mezcla de sabor, temperatura, textura… fue un momentazo que no esperaba y que recordaré mucho tiempo. La coctelería, de diez: equilibrada, fina y con ese punto de creatividad que suma sin robar protagonismo a la cena. “Fetén” es la palabra. En resumen, Saddle no solo alimenta; te regala una experiencia que se queda contigo, sin artificios y con mucha verdad.