Ubicado en el Paseo Tierra de Melide, con un acogedora decoración basada en la personalidad y calidez de las alfombras donde los tonos tierra son un descarado guiño a su propio enclave, donde los edificios modernos y las grandes avenidas campan a sus anchas.
Fuimos 2 personas con un carrito de bebe. De primeras, habiendo hecho la reserva el día antes, deberían haber "reservado" una mesa donde el carrito no molestase, ya que nos pusieron en medio de varias mesas, y el carro incomodaba bastante en general.
En cuanto a la comida, de primero pedimos tortita de tataki de atún (está bastante buena) y ensaladilla rusa (también bien). De segundos pedimos los rigatoni (ricos) y el canelón de verduras (también bastante bueno). En cuanto a postres, el helado de limón cubierto de chocolate blanco lo volveríamos a pedir, pero no los cake pops, que resultaron ser bastante decepcionantes.
En general, bien para ir en pareja o familia ya que tienen variedad, pero importante revisar si hay gente que reserve con carrito, no ubicarles en medio del meollo.