Ubicado en el Paseo Tierra de Melide, con un acogedora decoración basada en la personalidad y calidez de las alfombras donde los tonos tierra son un descarado guiño a su propio enclave, donde los edificios modernos y las grandes avenidas campan a sus anchas.
La comida del menú, sobre todo los platos principales, un poco regulares… los entrantes y los postres, 10/10. La atención de Silvia, lo mejor de todo. Ha estado pendiente de cada detalle.