Restaurante Europa en Pamplona

Ni el espacio, ni el ambiente ni la comida justifican el precio del menú.

Servicio de 10, sobre todo el somelier. Pedimos el menú degustación donde la combinación de platos y bebidas fue perfecta. Los platos exquisitos

Fue una experiencia gastronómica fantástica. Todos los platos estaban deliciosos. Los amigos a los que les guste la comida pueden probarlos. Como no hablo español y no entendía el menú, pedí un menú del día. La porción era demasiado grande y me llené muchísimo.

La comida soberbia. No sabría decir qué plato es mejor (menú Eugenia). El servicio sobresaliente. Cinco estrellas en ambos apartados. Demasiadas escaleras para acceder al restaurante (camino con una muleta); no hay un aviso de que se puede tomar un ascensor desde el portal vecino. El aseo también está un poco a desmano. Por eso marco una estrella menos en el apartado "Ambiente".

Menú 1975. El primer plato tardó más de lo deseable, pero a partir de ahí, todo fenomenal. Buena comida y servicio excelente. Calidad-precio correcto

El personal de sala rozando la excelencia y el menú degustacion para alojados del Hotel una verdadera pasada. Lo recomiendo.

¡Uno de mis restaurantes favoritos! Mi esposa y yo, como tantas otras veces en mis visitas a Pamplona, ​​disfrutamos de una comida maravillosa, atendida por un personal increíble. El lugar es bastante tranquilo, en una primera planta.

Buena comida con productos locales. Servicio agradable y una bienvenida muy amable por parte de Carmen. Bueno, estamos en España y a partir de las 14:30 se pone bastante ruidoso.

Auténtica referencia gastronómica en Pamplona. No es un restaurante dónde la creatividad destaque ni tampoco el sobresalto. Se respira armonía en la sala muy bien atendida y cómoda. Sin estridencias , del mismo modo, los platos cocinados por Pilar Idoate te llegan a la mesa en su punto justo de sabor, bien presentados, con la sensación de estar degustando la fantástica despensa navarra como debe ser. Las pochas eran celestiales , bien guisadas, con la delicadeza y la sobriedad que exigen (de las mejores que probé en mi vida y han sido muchas). Los pimientos del piquillo de Perón (Lodosa) asados con leña de haya y carpaccio templado de papada de cerdo de bellota sencillamente soberbios. Continué con la magnífica paletilla de cordero de leche asada a baja temperatura y en su propia salsa ; y el solomillo de ternera D.O. Navarra, higo caramelizado y foie que no le faltaba ni le sobraba nada. El caluroso día pamplonica me impidió degustar los callos y morros, que no no olvidaré en mi próxima visita. Buena carta de vinos con precios ajustados. Para finalizar un postre conseguido con toque local, realmente recomendable: suspiro, infusión de frutos rojos y helado de queso del Roncal . La excelente relación calidad-precio para ser un estrella Michelín contribuyó a que uno salga del local de los hermanos Idoate con una sonrisa de oreja a oreja y la sensación de haber comido muy bien. Recomendación inexcusable en Pamplona. Volveré .

Esta es una cena formal en un restaurante de la ciudad en un hotel que creo que es de gestión familiar y propiedad. La chef merece su estrella Michelin. Los sabores y la atención al detalle garantizan un rendimiento casi perfecto por parte de todo el personal. Sin embargo, se sintió un poco formal para mi gusto, PERO, si no está roto, no lo arregles. No es El Bulli pero los precios tampoco son los mismos. Tuve la sensación añadida durante la comida de ver a una joven bastante atractiva que, a medida que avanzaba la comida, parecía decidida a retorcerse de su vestido. ¡Ella no tuvo éxito! En general estábamos encantados con todo, excepto que, como el servicio se estaba ralentizando y se estaban sirviendo postres y digestifs, una hembra que llevaba una chaqueta de color melocotón / rosa marchó de la nada con una cara como de trueno y procedió a disponer el plato sucio y los cubiertos como si fueran su odio. El otro personal de espera no parecía nada satisfecho. ¡Parecía que tenía uno de la familia! No es bueno.