Restaurante Duque en Segovia

Acogedor y un servicio espectacular, la comida un 10 en especial el cochinillo

La experiencia es increíble y muy tradicional.

Hay lugares que no se visitan: se heredan. Este asador segoviano pertenece a esa estirpe de casas donde el tiempo no pasa, solo madura. Las paredes rebosan historia: aperos de labranza, fotos en sepia, vajillas antiguas que hablan de generaciones de domingos y brindis. Desde que uno cruza la puerta, el camarero, de los de antes, con oficio y mirada cómplice, recibe con una cortesía que ya casi no se enseña. Pedimos, como manda la tradición, el cochinillo, y fue un acierto pleno: piel crujiente, carne melosa, ese sabor que justifica el viaje a Segovia y el recuerdo de tantos asadores legendarios. El Ponche Segoviano, casero y delicado, cerró la comida con ese punto dulce y orgullosamente local que corona una experiencia redonda. La cuenta, sorprendentemente ajustada, nos arrancó una sonrisa: calidad y generosidad, algo que ya escasea. Tras el café, nos invitaron a unos chupitos de DYC ocho años, detalle de casa buena y agradecida. Salimos con la sensación de haber comido no solo bien, sino dentro de una historia viva. Un restaurante con alma, con raíces, con ese encanto que solo los años, y la honradez del oficio, saben dar.

La mejor cena y comida que probamos en todo nuestro viaje a Italia y España. Alta cocina de primer nivel. Pidan las manitas de cerdo. Créanme.

Fuera, un cartel anuncia "El restaurante más antiguo de Segovia" y la carta está repleta de especialidades locales. El local es realmente pintoresco, con mucha madera y un marcado estilo español. Volvimos a probar los judiones, esta vez con bacalao y ensalada ilustrada. Además de la comida, también se paga por el ambiente. En la mesa de al lado pidieron la especialidad de Segovia, cochinillo asado, servido con el plato roto en el suelo (al parecer, es tradición...). Para dos personas, gastamos 83 €.

Parada para almorzar durante una visita de un día a Segovia. Este lugar refleja la esencia de esta magnífica ciudad: ¡el casco antiguo medieval! Varias salas con una decoración acogedora. Aunque hay muchísimos objetos antiguos por todas partes, ¡no da sensación de agobio! El servicio fue profesional, rápido y amable. El menú ofrece platos tradicionales españoles. Probamos un poco de todo, incluyendo varias sopas. Yo pedí sopa de Castilla, que estaba bien. Probablemente la próxima vez probaría otra cosa, no por mala calidad, sino por gusto personal. El vino de la casa estaba buenísimo. ¡Con cuerpo y sabor intenso! Los precios son un poco más altos de lo normal, así que si buscas algo más económico, este no es el sitio. En general, ¡un 5 rotundo! Le doy 4 estrellas solo por la comida, y eso solo por el sabor. Pero sin duda, no me arrepiento. No recomiendo ir en coche. Mejor aparcar fuera del casco antiguo y recorrer Segovia a pie. Merece la pena cada paso.

Repetimos nuestra experiencia de volver a este lugar porque nos había gustado la tradición de que a un niño que venia con nosotros le dejaron partir el cochinillo con el plato y luego tirarlo pero ésta vez no lo hicieron. Fue algo que nos decepcionó puesto que esas tradiciones no se tienen que perder. El cochinillo muy bueno pero le faltó salsa ya que a medida que se enfriaba se iba quedando seco.

Totalmente recomendable El cochinillo en su punto, los torreznos y el postre un festival de sabores .Fui con mi familia y volveremos en nuestro próximo viaje a Segovia gracias a todo el equipo del asador por hacernos sentir como en nuestra casa

Nada más ver la portada y el interior de este restaurante te das cuenta que estás en un “Grande” que rezuma historia por todos los lados y piensas, es imposible comer mal aquí. Luego la realidad demuestra que la primera impresión es acertada, comimos de maravilla. Destacaría la paletilla de cordero que estaba espectacular.. Muy buena atención del personal. Y el precio pagado por la comida lo vale. Volveremos, sin ninguna duda

Cuando supimos que Segovia era el lugar de nacimiento del cochinillo asado decidimos que necesitábamos probarlo allí, y Restaurante Duque es un lugar donde lo han estado sirviendo durante décadas. No podíamos entender cómo podían asar un cerdo entero de tal manera que la piel estuviera tan crujiente que crujiera (¡y fuera deliciosa! ) mientras la carne estaba tierna, jugosa y se derretía en la boca. Visitamos con nuestro guía turístico, que ha estado yendo allí durante décadas y nos dijo que cada vez que ha estado allí la experiencia ha sido casi idéntica, por lo que obtienen altas calificaciones para la consistencia también. También tuvimos una caña de cordero asado que era diferente a cualquier otro cordero que he tenido. Era increíblemente tierno y tenía un sabor más suave de lo que a menudo se obtiene del cordero, pero también era muy bueno. Las patatas asadas eran excelentes, al igual que los otros aperitivos que pedimos. Y el servicio fue excepcional. El restaurante es familiar, y mi hijo mayor (de unos 20 años) estaba celebrando su cumpleaños el día que cenamos allí. Cuando los dueños del restaurante se enteraron de esto tuvieron una pequeña ceremonia en la que mi hijo literalmente usó el borde de un plato de cena para cortar el cerdo en cuartos, y luego después de hacerlo, tiró el plato al piso donde se estrelló en muchos pedazos - esta es aparentemente una tradición que es similar en espíritu al bautizo de un barco y fue bastante divertido y divertido.