Parsifal en Gandia

Es difícil valorar un lugar tan emblemático. No es la primera vez que venimos, quizás es la cuarta, eso ya dice mucho de lo que nos gusta. Además de lo que conocen el negocio de la hostelería, ahora la llaman restauración. Es como lo sienten y por ende como te hacen sentir. Esa sensación de estar entre amigos, la idea de que estás en casa de los familiares que te quieren hacer sentir especial. Pues lo consiguen, desde el de Albacele, pasando por el de Toledo, los nacidos en la comunidad y aquellos que, no habiendo nacido aquí, son como si lo fueran. ENHORABUENA. Pasamos al consumió, lo que en principio todos buscamos y es la principal de lo secundario. Buenas comida hay en muchos sitios, pero servida con alegría y simpatía, es lo realmente especial, pues bien, aquí lo consiguen. Los arroces, las fideuàs, las almejas a la marinera, el especial de alcachofas, cualquier plato, está servido con cariño y alegría, como si fueses el primer cliente de la apertura. IMPRESIONATE. MUCHAS GRACIAS

Buen ambiente y muy buen pescado

Llegamos a las 5 pm a nuestro hotel y nos recomendaron este restaurante, la fideuá de Gandía espectacular, se siente también comer y quedar contento

El arroz a la zamorana lleva pimentón. La paella lleva azafrán. La "paella" que sirven aquí lleva pimentón a pesar de verse amarillenta. Esta buena, pero ¿Es paella? Precaución a los intolerantes al pimentón, puesto que no está avisado que incorporan un ingrediente que no debería llevar y que nadie esperaría en una "paella valenciana". Aconsejo a la dirección del local avisar de la presencia de pimentón o de derivados del pimiento rojo (ñoras, guindillas y semejantes) en la descripción del producto si no quieren que alguien menos tolerante les busque un pleito.

La mejor fideuá que he comido aunque los postres flojean...

Platos abundantes. Ambiente muy relajante.

Ha sido la primera vez y gana el servicio en relación a la comida y su precio

Grata sorpresa, no es barato, pero la fideuá estaba espectacular. Nos atendieron muy bien, y además, tuvieron un detalle de esos que ya casi no se ven. La fideuá iba a tardar un poco y nos trajeron unas gambas para amenizar la espera. Hay que criticar los malos detalles y es justo aplaudir los buenos.

Fuimos a cenar el viernes 14 de agosto..al pasar por allí preguntamos si podíamos entrar a cenar y sin ningún problema nos prepararon una mesa. Éramos 5 personas,en ese momento solo estábamos 4,al sentarnos vino el camarero,el único que iba con camiseta azul,el resto de sus compañeros iban con uniforme blanco. Eran las 22:30 nos dice que tenemos que pedir corriendo porque en 10 minutos cierran la cocina,nos ponemos a mirar la carta aún faltando una persona por venir,se acercó varias veces metiéndonos prisa con lo de pedir la cena,al final casi sin leer la carta y sin pensar pedimos alguna cosa de picoteo. Estando esperando la cena,llegó más gente..a la que se le sentó y se le dio de cenar..aun habiéndose pasado esos 10 minutos que el camarero decía que quedaban para cerrar cocina..cenamos y le pedimos la carta de postres y nos dice que no tiene..le preguntamos a su compañera y nos dice lo mismo,que no hay carta de postres pero que tienen varios postres que podemos pedir..en fin..este chico pocas ganas de trabajar o no se..la comida en sí..pedimos unas otras que sí que llevaban sello G,pero lo demás ..pues tampoco era una maravilla, la cuenta..200e

buena atencion . la ubicacion justo en el paseo con terraza exterior y bien habilitado en el interior . la comida muy buena y a un precio razonable como es de los pocos "restaurante buenos" en el paseo es muy interesante reservar , ya que suele estar bastante lleno Merece mucho la pena