La Parrilla de Nino en Madrid

Ubicado en una plaza con vistas a un parque, este lugar tiene una terraza exterior agradable, aunque al llegar solo quedaban mesas completamente expuestas al sol, por lo que optamos por sentarnos dentro. El interior es acogedor, con mesas altas y una ventana abierta cerca que dejaba entrar algo de brisa, lo cual se agradece. En cuanto a la comida, pedimos varios platos para compartir. El cachopo de cecina nos sorprendió gratamente, muy sabroso. Los torreznos venían acompañados de patatas y pimientos, un acierto. El pincho de tortilla estaba en el punto exacto que me gusta: ni muy hecha ni poco hecha. También pedimos una ración de croquetas mixtas (3 de jamón y 3 de boletus) y ambas estaban muy ricas. Las patatas con huevos y jamón fueron quizá el plato más flojo, ya que el jamón no era de muy buena calidad; aunque el conjunto estaba sabroso, ese detalle restó un poco a la experiencia. Para beber pedimos una jarra de sangría (no sirven copas individuales, solo jarra), que estaba muy dulce, no por la fruta o una buena preparación, sino por el exceso de azúcar en el fondo. Aun así, era disfrutable. Lo que menos nos gustó fue la atención: el camarero parecía algo perdido y falto de experiencia. A pesar de esto, hay que destacar que los platos eran muy contundentes y perfectos para compartir. En general, la comida nos gustó bastante y pasamos un buen rato.

Fuimos a cenar algo en la terraza. Nos sentamos en una mesa que no estaba limpia y el camarero nos tomó la comanda de bebida y nos las trajo sin limpiar la mesa, le pedí que pasara un paño, me dijo que vendría a limpiarla pero no apareció. Obviamente se nos pasó las ganas de pedir nada de comida

Todo muy bueno excepto que las patatas de la hamburguesa, llevaban mucha sal por encima

Las mesas están en pendiente y el riesgo de derribar algo es muy alto Los baños son casi microscópicos. El servicio personalizado es bastante útil, lástima que no sean grandes conocedores de idiomas extranjeros. Una barra promedio

Aparcamiento en parking público de pago. No posee acceso universal. Local pequeño Mesas altas. Gran variedad de tapas. Calidad/precio no es acorde, muy elevado para lo que se oferta. Lugar tranquilo. No hay tronas, no hay menú infantil

La Taberna de Nino es una joya gastronómica que no se puede dejar pasar. Ubicada en un entorno agradable, cuenta con una excelente terraza ideal para disfrutar de una comida tranquila al aire libre. Uno de los platos estrella que no puede faltar en tu visita es el cachorro con bechamel de mango. Una verdadera delicia que sorprende desde el primer bocado, con una textura crujiente por fuera y un relleno suave y lleno de sabor. La combinación con la bechamel de mango es simplemente espectacular, aportando un toque dulce y cremoso. La atención recibida fue inmejorable. El personal es amable, atento y siempre dispuesto a recomendar los mejores platos según los gustos de cada cliente. Nos hicieron sentir bienvenidos desde el primer momento, lo que sumó a una experiencia gastronómica redonda. Sin duda, un lugar altamente recomendable para disfrutar de buena comida, un ambiente agradable y un servicio excepcional. Volveremos sin dudarlo.

Ración de croquetas, tosta gallega, patatas bravas de aperitivo y dos cervezas Servicio excelente rápido y cordial. Muy recomendable para repetir

Me dio por eligir este Bar entre todos los restaurantes que había y creo que no me equivoqué, precios justos para la zona y la comida de 5 . Recomiendo probarlo !

Justamente acabamos de comer el menú de 25€ de fin de semana, la calidad precio bien. La comida estaba bien. Ahora el servicio lento no, lentísimo. Yo pedí un café y estaba frío, también me parece un despropósito que con el precio del menú nos hayan cobrado un pan que pedimos.