L'escaleta en Cocentaina

Recomiendo como lugar para celebraciones.

Desde el momento en que llegamos a L'Escaleta en Cocentaina, el trato fue excepcional. El equipo de sala es de primera, pero en especial queremos destacar la atención del mâitre Andrés, quien estuvo pendiente de nosotros en todo momento, asegurándose de que nuestra experiencia fuera perfecta, desde el aperitivo hasta el postre. La cocina es simplemente espectacular. El chef kiko moya no solo demostró su talento con cada plato, sino que también tuvo el detalle de salir a saludarnos personalmente e invitarnos a conocer su cocina. Nos contaron la historia del restaurante con gran pasión, lo que hizo que la velada fuera aún más especial. Además, nos sorprendieron con un entrante exquisito que marcó el inicio de una cena memorable. L'Escaleta es alta cocina en su máxima expresión, con una combinación impecable de técnica, sabor y hospitalidad. Sin duda, un lugar al que volveremos y que recomendamos a cualquier amante de la gastronomía. ¡Una experiencia de 10!

Bien que le service ait été irréprochable et très attentif, je suis un peu déçu par le manque de saveurs dans les plats. Les ingrédients semblaient frais, mais les recettes manquaient de caractère et d'épices, rendant l'ensemble un peu fade. J'espère que vous pourrez rehausser vos préparations pour offrir une expérience culinaire plus savoureuse et mémorable à vos clients.

Bueno L,Escaleta es dos estrellas Michelin y se nota. El entorno y ambiente es muy agradable además si hace buen día puedes tomar el aperitivo en la terraza donde estas muy a gusto. El menú degustación es con productos de temporada y autóctonos la verdad que algunos son muy atrevidos e igual te resultan chocantes. En general es un menú calibrado pero no te vas a ir con hambre como sucede en otros restaurantes de este nivel. Al final tienes una visita para ver la cocina y con suerte hablas con el chef que te va explicando el funcionamiento y elaboración de muchos platos. Una experiencia distinta que vale la pena probar. Relación precio calidad acorde al nivel del establecimiento.

Estuvimos comiendo en fin de año, a la carta, y la verdad que nos gustó mucho la experiencia; la comida, el servicio… volveremos a probar el menú degustación.

DISFRUTAR TIENE SIEMPRE QUE VER CON EL VERBO PALADEAR La expectativas son siempre una presión añadida a los sentidos de la vista, el olfato o el gusto, ya de por sí bastante presionados, cuando de paladear exquisiteces se trata. Las nuestras se vieron colmadas en nuestra visita al restaurante L’ Escaleta, de Cocentaina; un dos estrellas Michelin que superó con nota nuestra siempre subjetiva valoración tras dar buena cuenta de los 6 snacks de bienvenida y los 9 pases en la mesa 0 de la cocina de un local muy bien decorado (amplio, abierto y funcional). Maridamos con 11 vinos diferentes (champagne (exquisito), Jerez (tres diferentes), Blancos de la región del Loira, Santorini (dulce), Rioja (Viña Tondonia) o Alicante (Monastrell). Tanto los platos como los vinos servidos fueron perfectamente explicados por parte del chef (Kiko Moya) y el sumiller (Alberto Redrado). Así que no solo degustamos sus elaboraciones culinarias y elecciones vinícolas, sino que aprendimos cómo se elaboraban y el porqué del maridaje con dichos caldos. Kiko diseñó nueve pases a base de productos de temporada, en los que incluyó caza, setas (royal de boletus), trufa fresca laminada, ostras en escabeche, gamba roja (en salmuera), arroz, gazpachos hechos con cresta de gallo (de lo mejor de la experiencia), potrora con pera asada (gran descubrimiento), pescado rico con pesto y ortiguillas de mar, y un panettone de civet de liebre, para chuparse los dedos. Alberto sabe que hay que descifrar al cliente en poco tiempo, mediante una operación casi psicológica y entender en qué momento de la vida está para encontrar un vino que pueda resonar con él. Alberto dio en el clavo. Mención especial para los postres, que llegan cuando ya casi no te cabe más, pero que haces que quepan porque entiendes que son la guinda de un extraordinario pastel en forma de menú memorable. Muy bien medido el control de los tiempos (el suficiente para dejarte degustar el plato y el justo para que no te impacientes ante lo que está por venir (que, por cierto, siempre llega a tiempo). Experiencia cien por cien recomendable. Afortunados los que estéis cerca de Cocentaina, porque tenéis a tiro de piedra una casa de comidas en la que te sientes, precisamente, como en casa. Y los que no estéis tan cerca, haced un esfuerzo porque merece la pena. Agradecemos el buen buen hacer en cocina y en sala, y extendemos nuestra felicitación al resto del equipo que nos atendió. 9/10

DISFRUTAR TIENE SIEMPRE QUE VER CON EL VERBO PALADEAR La expectativas son siempre una presión añadida a los sentidos de la vista, el olfato o el gusto, ya de por sí bastante presionados cuando de paladear exquisiteces se trata. Las nuestras se vieron colmadas en nuestra visita al restaurante L’ Escaleta, de Cocentaina; un dos estrellas Michelin que superó con nota nuestra siempre subjetiva valoración tras dar buena cuenta de los 6 snacks de bienvenida y los 9 pases en la mesa 0 de la cocina de un local muy bien decorado (amplio, abierto y funcional). Maridamos con 11 vinos diferentes (champagne (exquisito), Jerez (tres diferentes), Blancos de la región del Loira, Santorini (dulce), Rioja (Viña Tondonia) o Alicante (Monastrell). Tanto los platos como los vinos servidos fueron perfectamente explicados por parte del chef (Kiko Moya) y el sumiller (Alberto Redrado). Así que no solo degustamos sus elaboraciones culinarias y elecciones vinícolas, sino que aprendimos cómo se elaboraban y el porqué del maridaje con dichos caldos. Kiko diseñó nueve pases a base de productos de temporada en los que incluyó caza, setas (royal de boletus), trufa fresca laminada, ostras en escabeche, gamba roja (en salmuera), arroz, gazpachos hechos con cresta de gallo (de lo mejor de la experiencia), potrora con pera asada (gran descubrimiento), pescado rico con pesto y ortiguillas de mar, y un panettone de civet de liebre, para chuparse los dedos. Alberto sabe que hay que descifrar al cliente en poco tiempo, mediante una operación casi psicológica y entender en qué momento de la vida está para encontrar un vino que pueda resonar con él. Alberto dio en el clavo. Mención especial para los postres, que llegan cuando ya casi no te cabe más, pero que haces que quepan porque entiendes que son la guinda de un extraordinario pastel en forma de menú memorable. Muy bien medido el control de los tiempos (el suficiente para dejarte degustar el plato y el justo para que no te impacientes ante lo que está por venir (que, por cierto, siempre llega a tiempo). Experiencia cien por cien recomendable. Afortunados los que estéis cerca de Cocentaina, porque tenéis a tiro de piedra una casa de comidas en la que te sientes, precisamente, como en casa. Y los que no estéis tan cerca, haced un esfuerzo porque merece la pena. Agradecemos el buen buen hacer en cocina y en sala, y extendemos nuestra felicitación al resto del equipo que nos atendió. 9/10

Decepción. Quizás fuimos con demasiadas expectativas. Sitio muy agradable y buena atención. La comida nada sorprendente.

Restaurante con jardines muy bonitos y buenas instalaciones. Cocina espectacular con Mesa de degustación y cristaleras al jardín. Servicio muy amable, cercano, profesional, inmejorable, no nos faltó de nada. Tanto Alberto en la sala, Kiko en cocina y su equipo nos transmitieron su trabajo, esfuerzo y proyecto. Felicidades! Volveremos!

Espectacular. Una experiencia, no sólo una comida