03/01/2024: De hecho nosotras no comimos chuletón para cenar
a ultima hora el comedor se pone pesado con humo de brasas de las carnes a pesar de que hay extractores sobre las mesas, es un inconveniente porque sales oliendo a humo y carne.
el comedor es precioso, las paredes antiguas y un grabado de bueyes tirando de la piedra típica de Euskadi, precioso.
vajillas muy bonitas y algunas curiosas
La copa donde sirven el vino es preciosa de bola con cristal fino, da gusto estos detalles
La comida es cara pero las raciones también son grandes
Cecina muy rica
Steak tartar mezclar la carne de vaca con atún rojo un puntazo y el servicio en mesa divertido añadiendo el huevo
Alcachofa rellena de pulpo, bueno la alcachofas por fuera debería esta mas crujiente tipo a la alcachofa romana que se come todo sin esfuerzo. Esta alcachofa tenias que quitarle el exterior porque se quedaba correoso en boca, el plato original y rico.
Postre una bola de chocolate cerrada que tiene sorpresa dentro y se rompe en mesa original mas que rico, con helado de plátano.
Atencion muy buena
No entendimos el cobrarnos 3 raciones de pan con grasa de buey no se, sin mas, estaban llenos y pasamos de preguntar
Volveremos
23/09/2023: Teníamos las expectativas muy altas antes de visitar este local por todo lo que habíamos visto y leído sobre él.
2 personas + un bebé un sábado a las 13:00 con reserva telefónica previa hecha.
Al centro para compartir unas mollejas (bastante ricas sin ser espectaculares) y unas kokotxas (muy normales).
A la hora de la carne, nos decidimos por el buey gallego. La carne viene acompañada de ensalada y patatas fritas caseras. Te la sirven junto a una pequeña parrilla con carbón para que termines de hacerte la carne al punto que tú quieras.
No nos gustó en absoluto que no se pueda elegir el peso de la chuleta. Entendemos que el parrillero no pueda “clavar” el peso que el cliente le demande (y menos en cortes y piezas grandes), pero tampoco vemos lógico que te metan 800 gramos más de carne “obligatoria”. Que conste que todo esto lo digo no por el incremento en la cuenta (que también), lo digo, sobre todo, porque no hay cosa que me dé más rabia en un restaurante que tener que dejar comida en la mesa porque no puedo acabármela.
No puedo decir que la carne no fuera de primera calidad, pero he comido mejor buey y pagando un precio más razonable.
Cada mesa tiene un sistema de extracción de humos y olores lo cual se agradece.
Nos quedamos con ganas de probar los postres, pero estábamos notablemente saciados…
Amplia carta de vinos con referencias muy conocidas.
Casi 250€ por 2 entrantes, 2 botellas de agua y una carne, me parece una auténtica pasada.
Personal profesional, pero les falta mostrar algo más de simpatía y sonreír un poco.
Por cierto, este local no dispone de trona para bebés.
Nosotros no volveríamos, creemos que hay opciones mejores en todos los sentidos en esta ciudad.