La Ancha en Madrid

Lo único que puede rivalizar la calidad y sabor de tus platillos, es el servicio que brindan. El nivel de atención que tienen es excelente, adicional te guían muy bien por el menú, si es de tus primeras veces probando comida española te lo recomiendo mucho

Restaurante que nunca falla, muy buen producto y platos clásicos de los que no te cansas nunca. Buen servicio , esta vez atendidos por Naz y buen ambiente.

Hace un par de semanas fuimos al medio dia a comer. La comida como siempre excepcional, pero quiero destacar el servicio y el trato de su personal en estos tiempos es digno de alabanza. Nos atendió Carmen como responsable, muy muy profesional y sobre todo cercana. Enhorabuena.

Un restaurante de referencia detrás del congreso de diputados. Un poco lento. Los mejillones no estaban presentadas pero su filete empanado es sorprendente por el tamaño y finura. Puedes ver algun político por alli.

Llegué corriendo, el lugar muy bonito. Llegué sin reserva pero parece que tuve suerte. Pedimos una escalopa baby enpanizada para mi hija, enorme, muy buena, con papas a la francesa (tuve que ayudarle 😁). Pescado a la plancha en salsa de cangrejo, bien simplemente, y callos a la madrileña igual, nada espectacular. El pan muy caro, casi 3 euros por persona y mi hija ni lo probó. Otro albariño, bien.

Un nivel por encima de los restaurantes de la zona.

Restaurante La Ancha (Zorrilla) Cena del 20 de junio, 21:15h Hay lugares a los que se vuelve porque sabes que no fallan. Pero en La Ancha (Zorrilla) no solo no falla nada: todo mejora con el tiempo. Cocina con identidad, producto impecable y un servicio que entiende perfectamente en qué consiste hacer sentir bien. La noche comenzó con un recibimiento que marca la diferencia. Álvaro, atento, cercano, siempre en su sitio, nos saludó con esa mezcla de calidez y oficio que solo se da en quienes conocen el ritmo de una sala y el valor de la fidelidad. Empezamos con una croqueta de jamón, crujiente y cremosa, y unos arenques marinados afinados, intensos y delicados al mismo tiempo. La conversación, como siempre con Álvaro, dejó una joya anotada mentalmente: la recomendación de un japonés en Alicante, de los que no salen en las guías pero nunca se olvidan. La ensalada de colas de cangrejo fue el siguiente acierto: fresca, sabrosa, perfectamente equilibrada. Ideal para una noche de calor en Madrid, y bien medida en su sencillez. Luego llegó la tortilla guisada con almejas, emblema de la casa y motivo más que suficiente para cruzar la ciudad. La salsa, densa y profunda, acompaña sin ocultar. Y las almejas, casi crudas, brillantes, de calidad extraordinaria, estallan en boca con un sabor a mar limpio y rotundo. La tortilla, melosa, jugosa, sin caer en el exceso. Un plato que combina técnica y emoción. Los boquerones adobados y fritos siguieron la misma línea: fritura limpia, justa, sin rastro de grasa. Adobo afinado, pescado en su punto. Impecables. De postre, fresas de Aranjuez con nata montada a mano. Sin más, pero sin necesidad de más. Cuando el producto es bueno, basta con tratarlo con respeto. Aquí lo hacen. Nos atendió un camarero cuyo nombre no preguntamos —y nos arrepentimos de no haberlo hecho—, porque su profesionalidad fue ejemplar: atento, rápido, amable. De esos que elevan la experiencia sin hacerse notar. Es uno de esos sitios donde todo fluye, donde uno cena tranquilo y sale mejor de lo que entró. Y eso no se improvisa.

Hay que pedir la mantequilla,que si no no te la ponen

Comida en el patio interior. La sombrillas están bastante bajas y pegadas y dan una sensación un tanto agobiante y casi no parece que estés al aire libre. Muy buen servicio. La comida aceptable sin más. Alcachofas fritas con jamón y ensaladilla rusa de entrantes.sin pena ni gloria. De segundos Armandos (generosa ración aunque algo insípido) y lubina a la sal (demasiado hecha). Personal amable y atento.

Buen servicio de camareros y comanda. Tortilla guisada con callos, rica. Tortilla guisada con almenas rica. Croquetas de jamón cumplidoras, con la bechamel fina y ligera. Escalopes Armando ricos o muy ricos. Pero con alguna sombra: en el huevo que echan por encima no termina de cuajarse en absoluto la clara, se queda demasiado líquida u con un aspecto nada apetecible. También tiene sus luces: bien hecho, fino, ligero y el toque de trufa les da un sabor riquísimo.