Karak en Valencia

Llevé a mi marido a este restaurante por su cumpleaños. No tengo palabras para describir lo mucho que disfrutamos de la experiencia. La comida era increíble y tan única que es difícil describirla con palabras. Si les dijera que estaba absolutamente deliciosa, no sería suficiente. El servicio fue tan increíble como la comida. Todo fue meticuloso y se preocupó por cada detalle. Nunca tuvimos que pedir nada. Pero lo que realmente hizo que este restaurante destacara fue el personal. Desde el dueño hasta el joven que nos llenaba los vasos de agua; todos estaban entusiasmados y felices. Todos nos hicieron sentir como en casa durante nuestra visita. La chef salió y nos habló; fue divertida y amable, y nos dedicó más de unos minutos. Solo puedo decirles que este restaurante nos brindó una de las mejores experiencias que hemos tenido en Valencia.

Espectacular. El trato, el servicio y la comida digno de estrella michelín. Te sientes como en casa. Volveremos.

Excelente comida y experiencia en general.

Ojalá poder dar a Karak y al equipo de Rakel más de 5☆. Gracias por hacernos pasar unas horas de máximo disfrute. En este restaurante no sólo se cocina: se diseña ARTE con comida, se piensa, se siente... y luego se degusta. Es como asistir a la obra de teatro de Rakel, donde los actores son platos estrella. Increíble el maridaje de bebidas fermentadas (50€/pp), las kombuchas de café y de albahaca son top. Nivel de atención y detalles digno de mención. Le auguramos un futuro estrellado.

Calidad digna de un restaurante con Estrella Michelin y la cercanía de la Chef Raquel no deja a nadie indiferente. Te hacen sentir como en casa, siempre atentos. De verdad es una maravilla de experiencia. Ya es la tercera vez que voy y sin duda habrá una cuarta.

Cenar en Karan fue una experiencia maravillosa. Recientemente disfrutamos de nuestra tan esperada cena Michelin en Karok, ¡y fue inolvidable! Fuimos los únicos que elegimos la mesa de la cocina, lo que nos permitió ver en primera fila a los chefs en acción. No había código de vestimenta para los comensales, lo que contribuyó a que la experiencia fuera relajada y accesible. El servicio fue cálido, personal y muy atento. Hubo una confusión con varias restricciones dietéticas, especialmente en relación con las carnes que mi pareja y yo comíamos, algo que habíamos notificado expresamente. El equipo lo gestionó con amabilidad. La chef Rakel intervino en persona, rehizo los platos, preparó maridajes adicionales y se aseguró de que estuviéramos bien atendidos. Incluso salió después de la cena para estrecharnos la mano y darnos las gracias, un gesto verdaderamente excepcional y sincero. Las combinaciones de kombucha (todas de elaboración propia) fueron de las más originales que hemos probado, con sabores como albahaca, café, fresa, romero y pimienta negra (que, curiosamente, sabía a Coca-Cola), entre otros. Cada una complementó los platos de forma inesperada. Entre los platos más destacados se encontraban: Carpaccio de ternera para empezar, exquisitamente rico y sabroso. Un plato de tomate ahumado, brillante, ácido, apasionado e increíblemente equilibrado. A mitad de bocado, pensé: "¡Qué cocina tan fantástica!". *Un pastel de cebolla reconstruido: sabroso, con capas e ingenioso. Huevos rellenos y tomate frito: salado por el atún, dulce por el huevo, con un toque deliberado y deliberado. Tártaro de vieiras con pato: probablemente nuestro único error. Salmón fermentado: evocaba un sabor nostálgico, casi japonés. Ternera (en lugar de cordero) con ajo, patata y pistacho: rica y terrosa. Panna cotta de espárragos con mermelada de fresa ahumada: peculiar y rompedora. Todavía no estoy segura de si me gustó, pero lo respeté. Una versión del postre de la Isla Flotante con lima, mandarina y saúco, que recuerda a la tarta de lima. "Mirages" (chocolate, champiñones y queso): desafiantes pero creativos. Una sorpresa de pastel de cumpleaños y una sesión de canto grupal para nuestro amigo. Bocados finales: tres pasteles "de precio justo": banoffee, cítrico y un mazapán excepcional sobre pan de jengibre. Karok no se trata solo de una ejecución perfecta, sino de compartir perspectivas a través de la comida. Es profundamente personal, audaz y reflexivo. Incluso con algunos contratiempos (recargas de agua, errores en la dieta), la pasión y el cuidado fueron innegables. Si estás abierto a una experiencia que desafíe las expectativas sin dejar de ofrecer alma y generosidad, Karok merece la pena.

Simplemente mágico. Si el chef viniera al comedor, sería aún mejor.

El local dispone de dos ambientes. Restaurante gastronómico y uno mas informal con tapas y raciones. Hemos comido en la zona de la barra. El trato exquisito, la comida muy buena con sabores muy definidos. A destacar los noodles con rabo de toro, la pastela y el wantun de gambón.

Grata sorpresa nada mas entrar, siendo recibidos por Rakel la propia Chef, cosa que me dice mucho de ella, nos acomodó y sus palabras fueron (sentiros como en vuestra casa) pues sí Rakel nos hicisteis sentir como en nuestra casa. El ambiente es muy acogedor y la comida espectacular con esos sabores tan intensos y logrados, del servicio decir que fue muy bueno, todo a su tiempo y muy bien explicado por los camareros. Y de Rakel todo son elogios por su simpatía durante todo el servicio y sus elaboraciones espectaculares, enhorabuena!! no cambies y nos volveremos a ver pronto para que nos sorprendas otra vez.

Absolutamente encantados hemos salido de este restaurante. Una maravilla en todos los sentidos. Hemos elegido el menú de siete pases que ha resultado maravilloso, desde los seis aperitivos, todos excelentes aunque destacaría a mi gusto y siguiendo la carta los denominados "cazadores", "carroñeros" y "transformadores". Luego van viniendo el resto de platos con los sublimes "tarta de cebolla", "salmón fermentado", "lechazo", etc. Para mi los cocineros como Rakel son verdaderos grandes artistas, el postre de chocolate tiene nueve ingredientes. Atención impecable, explicándote perfectamente los platos, precio diría que ajustado. Si quieres una comida especial que recordarás siempre debes venir a este restaurante sin dudarlo. Comentar que el tomate me pareció un poco amargo, pero es por gustos y yo no lo acabé de entender. Sin duda volveremos en otra ocasión