28/07/2025: Pizzería singular que te informa del número del pedido a través de una maqueta de tren. La pizza estaba muy buena en general con masa fina y bien rellena. Con buen precio. El personal es muy amable aunque te sirves tú en la terraza. Para volver.
23/07/2025: "De cómo fui a Pizca y salí encantado, aunque con la muerte de algún italiano en la conciencia"
Por Don Francisco de Quevedo, catador de vicios y comensal de picardías
Cansado ya de vagar por la ciudad buscando italiano honrado, hallé que todos, más que a la masa, se dedican al trinque, y en vez de pizza, sirven estafa con tomate. Mas no siendo yo hombre de rendirme ni de cenar aire, topé con un rincón llamado Pizca, que no olía a usura ni a queso refrito.
Fuimos recibidos por dos mozos de juventud alegre y verbo sabroso, que nos trataron no como clientes, sino como próceres del buen comer. Señalaron las mejores pizzas como quien ofrece reliquias, y con una jarra de cerveza que bajaba más fácil que un juramento falso en boca de político, la espera se hizo danza. Acompañó el néctar cuatro aceitunas, modestas pero sabrosas, que despertaron al paladar como madrileño en puente largo.
Mas fue entonces, entre sorbo y charla, cuando la magia irrumpió con bocinazo de ferrocarril fantasma: un tren surgió por la fachada, sin humo ni carbón, pero con más presencia que arzobispo en misa mayor. Este chisme mecánico anunciaba el destino de los siguientes bienaventurados que serían llamados al festín. Mi compañero y yo quedamos tan pasmados, que parecía que hubiésemos visto al Rey pagar la cuenta de su bolsillo.
Al fin, nuestro número fue dicho por aquella máquina encantada —¡oh delicia!— y nos vimos llamados a la mesa con la emoción de mozos en su primer baile.
Y allí, señores, vino el gozo.
Dos pizzas:
— La 30 Aniversario, que con su piña mataba italianos a cada bocado, lo cual no hizo sino añadir placer a cada masticar.
— La 25 Aniversario, cumbre de homenaje, redonda como el mundo, sabrosa como pecado no confesado.
Gentes buenas, ingeniosas, con atención más fina que doncella en vísperas de desposorio. Lugar digno de juglares, de jugos gástricos y de gloriosos atracones. Lo gozado fue mucho y lo pagado no fue dolor, sino limosna justa por tan alto disfrute.
Pizca:
Donde el tren trae comida, la cerveza trae alegría, y la piña trae muerte... pero sólo para italianos puristas.
Veredicto:
Cinco tenedores y un soneto de gratitud.
Volveré sin duda, si Dios, el estómago y la cartera lo permiten.