Ibarrangeluko Batzokia en Ibarrangelu

Elegimos este sitio para comer en familia un sábado, por estar cerca de Laga y Laida. Tras un paseo hemos ido al sitio y es muy agradable. Tomamos algo en la barra y las camareras eran súper amables: Iraia y Liuda. Luego pasamos a comer al comedor que tenía mucha luz y buena vibra. Allí nos pusimos las botas con las ensaladas para abrir apetito primero y luego cada uno un segundo delicioso: chipirones en su tinta, carrilleras, costilla con mostaza y miel, bacalao. Todo muy casero y con buen sazón. Los postres, también hechos allí, para chuparse los dedos. Tienen una terraza a la que no pasamos porque ya teníamos prisa, pero las vistas increíbles. Para tomar el cafecito o un gintonic. ¡Repetiremos seguro!

Pasé las vacaciones en verano y comí varias veces. Bonito, pimiento verde y tomate fresco de temporada buenísimo. Los platos calientes de cocina tradicional con salsa de la abuela, chipirones, carrilleras, etc. muy rico. Nos dijeron que los postres eran caseros y no mintieron. Muy bien la verdad.

Ofrece menu del dia y servicio de carta, gran calidad y a buen precio, servicio inmejorable, muy atentos con el cliente. Comida casera y productos de la zona, 100% recomendable

Comida casera estupenda. Trato fuera de lo normal...exquisito!!!. Comimos en la terraza, un sitio precioso!!!.....ya he estado varias veces y lo recomiendo al cien por cien!!!

Gente magnífica, comida espectacular, la dueña un encanto, la hospitalidad vasca hecha realidad

Estaba andando en bicicleta, como lo hace uno cuando busca aventuras, o tal vez simplemente una distracción de la rutina diaria. En algún lugar a lo largo de los caminos sinuosos, apareció ese hambre persistente, del tipo que exige que encuentres algo más que un simple refrigerio. Entonces, me detuve en esta batzokia local, pensando en pasar por unos pintxos, un pequeño bocado para sacarme del apuro. En cambio, lo que encontré fue un abrazo culinario que me hizo sentir como si hubiera tropezado con una joya escondida, un lugar que no solo alimentaba mi estómago sino también mi alma. La camarera... digamos que podría haber sido mi hermana perdida hace mucho tiempo. El tipo de calidez y cuidado que te hace preguntarte si la conociste en otra vida. Los vascos tienen esa reputación, claro, pero ella la llevó a otro nivel y me recibió como si fuera una familia que regresa de años en el mar. “Sólo unos pintxos”, le dije. Ella sonrió y juro que hubo un brillo en sus ojos cuando me convenció de lo contrario. Pronto llegó una comida que fue más que un remedio provisional; fue una revelación. ¿El primer plato? Una sinfonía de arroz y verduras, perfectamente cocinada hasta que las verduras se ablandan y se someten. No fue llamativo, pero maldita sea si no dio en el blanco de una manera que no había anticipado. Esto no era solo comida, era reconfortante en cada bocado, más satisfactorio que los pintxos que pensé que quería. Luego vinieron las costillas. Estas no eran las típicas costillas a la barbacoa: eran más delicadas, con carne que se desprendía del hueso con tanta facilidad como las hojas que caen de un árbol en otoño. Combinado con una guarnición de puré de papas que podría haber sido una comida en sí misma, era el tipo de plato que te hace olvidar todo lo demás. El tiempo, el lugar, todo se desvanece en un segundo plano mientras saboreas la riqueza. Para el postre, tenía mi corazón puesto en un brownie, pero por suerte, se acabaron. No importa, terminé con un poco de helado. Un final fresco y dulce para una comida que ya parecía un regreso a casa. Entonces, si buscas algo más que un lugar para comer, si quieres un lugar donde te traten no solo con respeto, sino como si fueras de la familia, este pub es el lugar al que debes ir. Créeme, los pintxos son tentadores, pero la comida cambiará tu día. ¡Quizás incluso tu vida!

Buen servicio,muy amables y calidad estupenda.La tarta de queso exquisita. Tal vez hemos echado en falta un plato de cuchara:Sopa, alubias...

Una grata sorpresa, conocer al equipo de batzoki ibarragelu ,atención extraordinaria,, servicio muy personalizado, te hacen sentir como en casa y comida de calidad y elaboración con mimo y mucho gusto, se come un menú espectacular. Salgo encantada siempre..un placer

Comimos en la terraza de abajo un sábado. No publicitan que den de comer, hay que preguntar en la barra. Comimos la ensalada, bacalao a la brasa y carrilleras de ibérico y todo estaba buenísimo, sabroso, bien hecho y en un ambiente acogedor. La camarera encantadora y los cocineros también. Les felicitamos al salir. Y como colofón, la tarta de queso. De las mejores que haya comido nunca. Al final con la botella de crianza nos gastamos 76€, bien gastados, desde luego. Absolutamente recomendable.

Servicio muy lento y comida rica pero caro en proporción a la cantidad. Para compensar fueron generosos con el postre. Se percibía que el atasco era de cocina,