Fuente de la Acena en Quintanilla de Onésimo

Estoy enamorado de este hotel , siempre que vengo por esta zona me alojó aquí ,es todo maravilloso y el servicio de diez . Gracias por tanto ......

Trato fantástico y una calidad altísima de los productos. Grandes conocedores del género nos han explicado plato a plato y han convertido la comida en toda una experiencia. Y todo en un emplazamiento de lujo.

Este hotel goza de una ubicación fantástica en la Ribera del Duero, con impresionantes vistas al río desde todas las habitaciones. El entorno es increíblemente elegante y acogedor, y el sonido del río añade un toque relajante a la experiencia. Sin embargo, las habitaciones no cumplían con nuestros estándares de limpieza y parecían un poco antiguas, lo cual es comprensible dado que se trata de un antiguo molino reformado convertido en hotel, pero algunas mejoras serían bienvenidas. Otro inconveniente fue el ruido de las otras habitaciones, que era notable, especialmente para quienes tienen el sueño ligero. Lo bueno es que el restaurante era excepcional. Aunque un poco caro, la comida y el servicio fueron excelentes, lo que lo convirtió en uno de los mejores momentos de nuestra estancia. En general, es un lugar precioso y único, pero las habitaciones y el nivel de ruido podrían mejorarse.

El hotel es una pequeña joya a orillas del Duero. Es maravilloso para una escapada de fin de semana. Se llega comodísimo en coche, su personal es absolutamente encantador y las habitaciones son amplias e invitan a la calma. Las chicas de recepción y el personal del restaurante y desayuno son muy amables y super correctos. Además tanto el desayuno como el menú degustación que tomamos fue magnífico. Pasamos un fin de semana de desconexión total y estamos seguros de que volveremos muy pronto. Gracias por todo.

La comida,el servicio, el ambiente, espectacular.

Nosotros no estuvimos alojados. Fuimos a cenar al restaurante. El sitio es precioso, la atención excelente, desde ka entrada en el parking hasta que nos fuimos. La comida exquisita. Sobre todo nos encantaron los tallarines de calamar de potera, pero por destacar algo. Estuvo todo espectacular. El vino, una recomendación, también exquisito. Morimos de ganas de volver.

Llegamos a cenar por casualidad y hartos del pésimo trato y calidades del hotel Arzuaga y nos trataron con una gran amabilidad y profesionalidad. Servicio muy bueno, a la altura de los mejores restaurantes. La cocina también muy lograda, y como suele ser en esta zona, amplia carta de vinos. Sin duda lo recomendamos.

Precioso hotel construido sobre la base de un viejo molino de agua. La reforma fue muy acertada. Las zonas comunes, recepción, comedor y salones están en la vieja edificación. Las habitaciones están en una construcción moderna adyacente hecha de hormigón y vidrio muy funcional y ecléctica. Ambas están muy conseguidas. Las estancias comunes son también muy funcionales. Aunque el salón con chimenea sea muy acogedor más en un frío día de invierno como cuando estuvimos. Las habitaciones sencillas en su diseño, muy funcional. De estilo un poco nórdico, la madera oscura contrasta con el mármol claro y aporta calidez. Un gran ventanal se abre sobre el río con una vista maravillosa. El entorno es espectacular. Enclavada entre el río, sus márgenes y un bonito puente renacentista, queda a muy recogida e integrada en el paisaje. Los alrededores invitan a pasear por el borde del río Duero. En el otro margen hay un sendero GR muy agradable pero por desgracia está poco cuidado con árboles caídos que lo atraviesan. El restaurante tiene una cuidada cocina con un menú degustación a destacar. Combina la cocina castellana tradicional con la innovación destacando el producto local. Estando en plena Ribera del Duero la carta de vinos incluye vinos de otras denominaciones aunque destacan los vinos de la zona. A pesar de opciones más caras nos recomendaron un vino de un pequeño productor local de un precio contenido que fue un acierto y combinó perfectamente con el menú. Cabe también destacar el desayuno preparado en el momento lejos de los buffets estandarizados. La atención y el trato tanto en el hotel como en el restaurante fue excelente y cercana en todo momento. Nos pareció el lugar perfecto para una escapada de fin de semana para celebrar algo en pareja o simplemente para desconectar. Todo un descubrimiento.

Hotel en un entorno fantástico y un personal muy amable. El restaurante, fenomenal también. Bien situado para visitar las numerosas bodegas que hay por la zona y muy cerca tanto de Valladolid como Peñafiel. El desayuno a la carta muy completo con productos de Kilómetro 0. Todo muy recomendable, la verdad. Para volver.

Menú en un molino sobre el Duero. Hotel boutique con restaurante muy cuidado. Menú degustación con altibajos pero en general rico. Buen servicio. Buena recomendación de vino de la zona riquísimo y bien de precio. A destacar la oreja de cochinillo, el jarrete y el tocinillo de fruta de la pasión. Volveremos