Ferretería by EGO en Madrid

Es un lugar de esos que sorprende en una antigua ferretería convertida en restaurante. Los salones para comer son preciosos y tiene algunos reservados estupendos para celebraciones familiares. La carta es muy variada y con platos poco comunes y con una oferta de vinos muy amplia.

Tomamos el aperitivo y vimos el local. Lugar con mucho encanto y no os dejará indiferentes. Volveré pata degustar su carta.

Te atienden fenomenal, comida muy rica y ambiente estupendo. Muy bien ubicado

Buenísimo el sitio. Muy auténtico. Muy recomendable los vinos y la tabla de jamón. Servicio inmejorable. Decoración muy auténtica y especial. Nos encantó, volveremos sin duda. Muy muy muy recomendable.

La Ferretería Restaurante, en la Calle Atocha 57, es un lugar único en el corazón de Madrid. Es uno de mis sitios favoritos de la capital. El local es precioso. El ambiente es acogedor y lleno de historia, ya que el local originalmente fue una ferretería abierta en 1888. Mantiene la estética de la época pero con un toque de modernidad, con detalles muy cuidados que forman parte de los elementos originales que tenía la tienda. La fundadora, conocida como "la Big Boss", decidió transformar este espacio en un lugar donde la gastronomía, el arte y la historia se encuentran. Este restaurante es una mezcla de tradición con alma renovada, ofreciendo platos tradicionales españoles con un toque innovador. Una cocina exquisita, un ambiente moderno y contemporáneo, y una bodega muy cuidada, hacen que sea uno de mis sitios preferidos de la ciudad. Es una sitio muy redomendable, tanto para ir a cenar, como para tomar un buen vino, o simplemente ir de tarde a compartir un buen rato con quien te apetezca.

Las mejores croquetas de jamón que he comido en mucho tiempo.

Magnífica experiencia gastronómico.Productos de calidad con un toque creativo . Servicio atento , rápido y empático. Un local singular,con encanto. Muy recomendable.

Excelente calidad en todo. Esté preparado para gastar más de lo habitual.

Sitio muy bonito y original. Lugar perfecto para una velada con amigos o familia. El lugar es encantador y la comida es sublime, hacia tiempo que no disfrutaba tanto en un sitio. Volveremos una y otra vez. Por cierto, de postre, tarta de quedo con caramelo fundido, es otro nivel.

La comida está buena, el personal es atento y muy amable. El local es bonito y el precio es acorde a un restaurante de estas características: tartar de tomate, salmorejo, canelon, albóndigas, 2 botellas de agua y el pan/servicio costó sobre unos 74€. A pesar de todo estuviera bien, tengo que reconocer que esperaba más. No sé si es que tras leer tantos buenos comentarios y queriendo ir hace bastante tiempo tenía muy elevadas las expectativas. Quizás es más atractivo tomar algo en la entrada en la primera planta, que en el restaurante en sí. No es un mal sitio pero tampoco me "ha picado el gusanillo" de volver.