Espazio Oteiza en San Sebastián

Excelente servicio y camareros. Excelente comida con decoración de trampantojo. Delicioso cóctel. Gracias de nuevo a todo el equipo. Una velada muy agradable.

Excelente bienvenida, personal muy amable. Tomamos cócteles deliciosos. En cuanto a la comida, cocina de alta calidad, nada de qué quejarse.

El Espacio Oteiza de Pedro Subijana, dentro de Akelarre, es un lugar espectacular, con unas instalaciones muy cuidadas y un ambiente elegante. El camino para llegar está bien indicado y, una vez allí, las vistas son realmente de postal. El personal que nos atendió fue muy amable y cercano, aunque un poco desinformado sobre los menús y precios del restaurante Akelarre. La carta ofrece opciones variadas y raciones de tamaño correcto. Probamos los calamares, que estaban algo duros; el tartar de tomate y salmón, con un punto soso y un salmón de sabor algo fuerte; y el bocadillo de presa ibérica, que estaba delicioso. En bebidas, el Moscow Mule fue todo un acierto, mientras que el zumo de tomate preparado resultó bastante sencillo. El espacio de coctelería es muy agradable y merece la pena para alargar la visita, aunque hay que tener en cuenta que el horario es solo hasta el atardecer. Los precios de los snacks rondan los 36 € y los cócteles están entre 17 y 22 €. En resumen, un sitio que merece la visita por su enclave único y la experiencia global, aunque la propuesta gastronómica podría estar más a la altura del entorno.

Almuerzo perfecto con vistas al Golfo de Vizcaya en Espazio Oteiza. Platos sublimes (tomates de ventresca, carne local, lubina con pimiento verde, ¡la legendaria tarta de queso!). Servicio excepcional de Leire: profesional, experta y encantadora. ¡Inolvidable!

Una celebración memorable en un entorno espectacular Elegimos Espazio Oteiza para celebrar el cumpleaños de mi esposa durante nuestra estancia en San Sebastián por recomendación de un amigo, y no pudimos haber elegido mejor. Reservamos con varias semanas de antelación y solicitamos una mesa con vistas panorámicas, dada la ocasión tan especial. Al llegar, nos impresionó de inmediato la impresionante ubicación del edificio, encaramado sobre la Bahía de Bizkaia, con el sol poniéndose lentamente sobre el Atlántico. La arquitectura, tanto interior como exterior, es un elegante equilibrio entre diseño moderno y materiales naturales que se integran a la perfección con el paisaje circundante. Como llegamos un poco temprano, disfrutamos de un aperitivo en la terraza: brindamos con una copa de champán Philippe Ponard en la mano, disfrutando del ambiente relajado y tranquilo a pesar del ligero frío. Para cenar, nos sentaron en una maravillosa mesa panorámica en el interior, algo que agradecemos enormemente. Gracias de nuevo por acceder a nuestra petición. En cuanto a la comida: Comenzamos con un mousse de anchoas frescas locales, curadas en casa y con una textura excelente, aunque para mi gusto, un poco demasiado suave en sal. El chorizo con crujiente de huevo, sin embargo, resultó ser un bocado perfectamente equilibrado y delicioso. Mi entrante fue una ventresca de atún rojo del Atlántico cortada en finas lonchas, ligeramente curada y servida con helado de wasabi. Era evidente que no se trataba de pescado criado en granjas: la ventresca tenía un contenido de grasa relativamente bajo, lo que indica que era de pesca salvaje, pero la maduración en seco le dio un intenso sabor umami que maridaba armoniosamente con el wasabi. Mi plato principal —cochinillo lechal cocinado a fuego lento con la piel crujiente— estuvo perfecto. La presentación fue refinada sin ser demasiado artística: un emplatado limpio y bien pensado. La carne estaba jugosa y tierna, y la piel se rompía como un cristal: una ejecución perfecta. De postre, pedí la panxineta con helado de manzana asada, y nos sorprendió gratamente que llegara decorada para celebrar el cumpleaños de mi esposa, con una vela incluida, aunque no la habíamos pedido específicamente. Un detalle muy considerado y conmovedor. Elegimos una botella de Albariño "Sin Palabras" de Rías Baixas para acompañar la comida: excelente y memorable. La comida concluyó con un petit four inspirado en un clásico vasco: un chocolate con forma de chorizo acompañado de un mini panecillo brioche: divertido, ingenioso y delicioso. En resumen: Un impresionante ambiente minimalista con una vista impresionante, un servicio atento y genuinamente cálido, y platos elaborados con esmero, sencillos —quizás demasiado sencillos para algunos— pero de una calidad impecable. Los precios están a la altura de la experiencia gastronómica, pero el recuerdo de la velada lo merece por completo. Muy recomendable.

Fuimos a tomar un vino al espacio de la terraza y todo genial. Una atención excelente y un vino muy rico

Fuimos a hacer una degustación con maridaje al Espacio Oteiza. Una zona dentro del restaurante Akelarre para poder tomar un cóctel, un vino o una cerveza fresca en la terraza y poder picar algo con unas vistas excepcionales, una atención de 10 y el servicio de la casa. El menú vale la pena si te gusta este tipo de cocina, es corto pero tiene platos muy ricos y está muy bien maridado. Destacamos la atención, que fue exquisita en todo momento.

Cocina de autor original. Aperitivos anchoas riquísimas. Verduritas con salsa de vainas de guisantes. Lasaña de Xangurro excepcional. Lubina excelente. Servicio inmejorable. Muy recomendable. Puesta de sol increíble

El hermano pequeño, estupendo tranquilo con una carta muy amplia y en un espacio precioso.

Espectacular la comida y el servicio excelente! Recomendable 100%. Ubicación extraordinaria , con grandes vistas y una puesta de sol increíble .