El tropezon en Guisando

Me ha encantado, el servicio genial y la comida estaba todo perfecto.

Muy caro y tampoco nada de otra cosa

Hemos comido en familia ,y nos hemos ido encantados, tanto por la comida, que todo lo q hemos comido estaba riquísimo, como por el trato del camarero que ha tenido un comportamiento exquisito. Cuando volvamos a visitar estas tierras, repetiremos.

Muy cerca de la charca, con aparcamiento cerca. Personal amable y comida muy buena, especialmente el solomillo de ternera.

Restaurante perfecto para disfrutar una buenísima comida con vistas. Recomiendo el cochifrito y las migas delicioso!!. Uno de nosotros es celíaco y han mostrado mucho interés en poder ofrécele comida. La atención del camarero (David) muy atento y amable. Recomiendo 100%

Una maravilla. La cokifa casera espectacular. La atención del servicio de diez. No se puede pedir más. Volveremos seguro y lo recomendamos 100%

Muy buen servicio, la comida estupenda y todo muy bueno, le daría más estrellas si pudiera

Yo creo que es mi primera reseña sin satisfacción total. Sombras y lucecita para un restaurante en un paraje precioso “el charco verde”. Primero nos hicieron esperar en la barra pues llegamos 15 minutos pronto, nos pedimos unas Coca-Cola, estaban bien servidas en vaso de tubo con hito y limón. Nos pusieron un aperitivo de mini albóndigas muy divertido y rico. A nuestra hora nos pasaron a la mesa, un salón diáfano y bastante grande, con mesas de camping y sillas de madera rústica. Mucha gente y mucho ruido, pegados los unos a los otros, tanto es así que nos enteramos de toda la “discusión” que tuvieron nuestros vecinos de mesa. Mantel mal cortado y servilletas de papel y a la batalla. De primero pedimos patatas revolconas y migas, De segundo pedimos chuletón de Ávila. A una mesa que llegó después le sirvieron antes. Las patatas revolconas eran normales, con solo cuatro mini torreznos, tristes e insípidos, una pena. Las migas aún estando tiernas no llevaban nada, un trocito de pimiento verde y migas, muy insípidas y sin gracia. Estuvimos esperando el chuletón unos 20 minutos, y de repente apareció el camarero para decirnos que no lo tenía, que lo había pedido y que a lo mejor llegaba, en ese momento lo anulamos y pedimos que nos trajera cabrito asado. A los 10 minutos llegó el cabrito, la verdad que estaba muy bueno, era muy chiquitito y tierno y las patatas fritas que lo acompañaba eran caseras y de buena calidad. Cuando ya estábamos comiendo el cabrito, vemos que en otras mesas que habían llegado más tarde, se sirven chuletón de Ávila, haciéndonos sospechar que por ser de fuera, nos han tratado de manera distinta. De postre, pedimos una tarta de queso, la sirvieron adecuadamente con base de galleta y mermelada de higo, le faltaba bastante sabor a la tarta de queso, pero de textura rica, tipo panacota. La sensación general es que nos hicieron de menos, trataron bien a los “conocidos” y a los “nuevos” que no se quejan nos dan lo justo. El precio no es barato 33€ cochinillo y 40 chuletón…. Sombras y destello en las piscinas naturales de guisando, el charco verde!

Los entrantes pareciéronme más flojos que escudero en día de ayuno: las patatas revolconas, tan sosas que ni el demonio quiso revolcarlas, e un revuelto de ajetes e gambas, mas de gamba sólo traía una, y ésta parecía fuxida de alta mar por miedo al sartén. Empero, el entrecot vino como caballero bien armado: jugoso, sabroso e de noble hechura. Los postres, dignos de banquete real. Así pues, fue la cosa una de cal e otra de arena… mas ojalá la cal no me hubiese sabío a yeso. JM sin chupito

Grata experiencia. Buen servicio y calidad de comida excelente. Los entrantes, las carnes y postres, todo genial. Fuimos en familia a celebrar un cumpleaños y resultó todo muy bien.