El Buen Avío de Trevejo en Villamiel

Trato cordial y hamburguesas exquisitas. Tuvo la amabilidad de añadirle un huevo tal y como le sugerimos. Es interior del bar es muy pequeño pero fuera tiene varias mesas. Lo que menos nos gustó fue que alguna silla metálica estaban rotas con el consiguiente peligro y el toldo partido daba muy mala imagen.

El único de bar de Trevejo es también el local con café de especialidad en un pueblo menos poblado de España. En verano hay cold brew. Recomiendo la hamburguesa de toro y los vinos naturales de la zona. Además, organizan conciertos y actividades en el pueblo.

Llegamos para ver el pueblo y su castillo y nos paramos en este bar a tomar algo, muy recomendable la tabla de quesos y embutidos. El dueño súper amable y amigable 🤗

Que maravillas hay en la Sierra de Gata, y este pueblito en lo alto.

Buen servicio y calidad de los productos en un paraje singular...

En el pueblo de Trevejo, un lugar tranquilo y agradable, respetable con el entorno, para poder disfrutar de una comida de calidad autóctona y compartir una buena charla.

Una experiencia sencilla pero muy recomendable. Dani ofrece una versión diferente del auténtico rincón de pueblo. “Paciencia” es el lema.

Muy acogedor con productos típicos de la zona para vender. Tienen hamburguesa y una zona con mesas. El trato es muy bueno. Fuimos por segunda vez y no tenían hamburguesas porque acababan de empezar la temporada, comimos un revuelto de setas y panpizza. Un café, postres no tenían tampoco. El personal muy amable.

Pequeño bar-restaurante, el único de Trevejo, con carta corta pero de calidad. Muy recomendable para comer. Acogedor el interior y amplia terraza en el exterior.

Dicen que Trevejo tiene algo mágico, y ciertamente así debe ser. Después de visitar el castillo buscamos en Google un restaurante cercano, pero pasamos delante de "El Buen Avio" y, como nos gusta apostar por los negocios locales allá donde vamos, decidimos entrar para ver que tal estaba. Pedimos algo de beber y preguntamos si se podía comer algo, y nos ofrecieron sumarnos a un grupo de 15 personas para degustar "huevos de oca con patatas y cecina" maridadado con vinos de la tierra, y aceptamos sin saber que íbamos a disfrutar de una experiencia inesperada y única. A pesar de que llovía fuera, el ambiente en la pequeña salita (antigua escuela) era muy acogedor, y desde el principio todos nos adoptaron como miembros de la pandilla. La comida estaba riquísima, los vinos espectaculares, comentados por los propios dueños de la bodega, pero lo mejor fueron las más de dos horas de charlas, a cual más variopinta y enriquecedora. En definitiva, un sitio muy recomendable si entiendes lo que quieren ofrecer, un lugar de proximidad y con productos de calidad, que sorprenden gratamente por la ubicación y las dimensiones del local, aprovechado al máximo incluso para tener una exposición astronómica. Enhorabuena a Dani y compañía por la apuesta, y muchas gracias por la acogida. La repetición es obligatoria!!!