Echegaray en Barcelona

Comida fantástica, excelente anfitrión/propietario. Visita obligada para quien quiera probar la deliciosa cocina catalana.

Todo riquísimo, en especial las alcachofas con rabo de toro y los cenelones. Muy recomendable, servicio de 10!

Cocins de Mercado extraordinaria, hecha con carño e ingredientes de mucha calidad

Pequeño pero acogedor, rango de precios un poco más alto pero la comida era muy buena.

Un restaurante en medio del Poblenou donde sus platos están preparados a base de productos que se pueden encontrar en comercios del barrio y de proximidad. Tanto la comida como el servicio es genial. Ya hemos venido un par de veces y siempre es un acierto. Recomable al 100%

Anoche tuvimos el placer de cenar en Echegaray y fue una experiencia inolvidable. Desde nuestra llegada, el servicio fue excepcional: atento pero sin prisas, y el personal se tomó el tiempo de hablar del menú en detalle y compartir su impresionante conocimiento local. El compromiso del restaurante con los productos y proveedores locales se refleja en cada plato. Cada ingrediente se sentía fresco y cuidadosamente seleccionado, contribuyendo a un menú que equilibra sabores ricos y profundos con combinaciones ingeniosas e inesperadas. Cada bocado fue un testimonio de la creatividad del chef y su respeto por la herencia culinaria de la región. La selección de vinos fue igualmente notable, perfectamente seleccionada para complementar la comida, ofreciendo tanto clásicos de siempre como fascinantes joyas locales. El ambiente en sí era cálido y acogedor, logrando el equilibrio perfecto entre lo animado y lo íntimo, lo que facilitaba la relajación y el disfrute de cada plato. Echegaray es una verdadera celebración de los sabores locales y la cocina innovadora: una visita obligada para quienes buscan una experiencia gastronómica tan exquisita como exquisita.

Cocina de mercado Todo muy bien. Muy recomendable

Un secreto del Poble Nou (y que no deberías estar leyendo) Los barrios de Barcelona esconden secretos que los locales protegemos con más celo que la receta del vermut casero. Y no, no se los contamos a los turistas, especialmente a los que creen que la paella lleva ketchup y que los calçots se comen en agosto. Uno de esos tesoros ocultos es Echegaray, un restaurante pequeño, sin postureo decorativo ni lámparas que parecen salidas de una nave espacial. Aquí se practica algo casi extinto: la cocina de mercado. Producto fresco, bien cocinado, a precio justo. ¿El servicio? Como los de antes: el dueño te atiende como si fueras su primo favorito, no como si fueras el número 27 de la lista de reservas. Fuimos a celebrar un cumpleaños y nos sorprendieron con platos fuera de carta. De entrantes, una esqueixada algo tímida, una burrata que merecería su propio monumento, y unos mejillones con salsa picante que acaricia el paladar sin prenderle fuego. Los principales fueron de ovación: una merluza al horno que podría reconciliarte con la vida, y un rape en salsa que debería venir con pañuelos incluidos. De postre, pastel de chocolate con sal y tarta de queso. Buenos, aunque después del festín anterior, difícil destacar. Consejo de local: céntrate en los principales, disfruta como si no hubiera mañana… y por favor, no le cuentes este secreto a nadie. Que luego vienen los de la paella con Ketchup.

Buena comida y servicio en un espacio muy bonito. Para ir, repetir y recomenzar.

Sabrosa comida debido a la excelente calidad de los productos y la artesanía del chef en su diminuta cocina. Combinaciones clásicas y “una actitud NO lujosa” pero muy bien ejecutada. Además de esa gente amable y precios amables (desde nuestra perspectiva de vacaciones Holandesas). En general, una gran experiencia. Este es uno de los lugares a los que vas a España/Cataluña.