Colombo en Valladolid

Servicio correcto, precio ajustado, baja calidad.

Restaurante tradicional en el centro de Valladolid, con comida de toda la vida. Gran variedad de raciones, platos combinados y tablas a elegir. Acabamos tan empachadas que no nos atrevimos a pedir postre. ¡Volveremos!

Local muy popular y concurrido en el centro de la ciudad. Se dedican a trabajar con menú, por lo que me me parece. Es una cocina honesta, nada de lujos, pero un precio decente, con comida tradicional y casera. Las raciones son de buen tamaño y la comida está buena. El precio del menú a 16,5 euros incluye 3 platos y bebida. El servicio es rápido y amable, atentos a los detalles. En el postre, pedí unas natillas y se me pasó pedirlas sin canela, el chico me dijo que no me preocupara que me lo cambiaba en un segundo.

Muy buen restaurante con muy buena atención. Menú del día con muchas opciones.

Edito reseña y confirmo todo, tiene un menú del día con buena relación calidad precio, bastantes platos a elegir. El servicio es bastante rápido, aconsejo reservar sobre todo en fines de semana. Su ubicación en el centro y que conservan a gente que lleva muchos años trabajando es de lo mejor.

Excelente lugar, muy buena su atención, ambiente agradable, comida fresca y con buen sabor

Todo bien, si no quieres fritanga, tienen más platos y ensaladas, el postre preferido es la copa Colombo

Espectacular la verdad muchísima variedad en el menú. Comida riquísima y cantidades muy generosas no pudimos comer el postre. Sitio super recomendable en el centro centro. Volveremos segurísimo. Nos vamos agradecidos y con la tripa llena. Gracias.

Restaurante céntrico con una amplia carta en su menu diario, raciones y platos combinados, también 3 tipos de tablas de pescado, carne y fritos. Las raciones que pedimos estaban bien de sabor, pero pedimos la tabla de fritura y había algunas cosas que estaban insípidas.

Casa de comidas en pleno centro de Valladolid, hace 30 años cuando el dinero escaseaba ya íbamos de cena a este sitio con los amigos. El local es muy antiguo aunque está todo más o menos en orden, los servicios limpios y bastante bien cuidado. Las mesas son pequeñas, bastante juntas, aunque no hay demasiado ruido en el comedor. Carta sencilla, escrita a bolígrafo con unos 15 primeros, 15 segundos y postres a un precio asequible. Teniendo en cuenta su ubicación es bastante barato. Comida 100% casera aunque lógicamente la mayoría ya está hecha de otros días y solo te lo calientan. Para dos menús de fin de semana pedimos un salpicón, correcto de sabor y de cantidad y un pisto con huevo muy bueno. Filetes rusos que se deshacían en la boca y una pechuga de pollo a la plancha. Para la niña un plato combinado más grande que ella. Nos llamó la atención la calidad de los platos y el tamaño y sabor de los huevos fritos. Fritos de verdad, no a la plancha, y con un tamaño y color impresionantes. Cosas malas e incluso lamentables: de postre pedimos un café y un helado y luego posteriormente me pedí yo otro café. En la cuenta pusieron los dos cafés en el menu y el helado que es el doble de caro aparte. Penoso. Y sobre todo la mala, malísima educación de los camareros con más edad que no nos dieron ni las buenas tardes, nos ignoraron en la puerta del comedor, de malas formas trayéndonos platos y ni siquiera fueron capaces de decirnos adiós al salir cuando hasta se tuvieron que apartar para dejarnos pasar. Los únicos que fueron amables y correctos fueron los camareros más jóvenes. Solo por eso pasarán otros 30 años hasta que vuelva a ir