Choc O Latte en Murcia

La única pega son los precios muy altos

Desayuné en CafeLab y estuvo buenísimo. Tienen una gran variedad de opciones, incluyendo algunas con aguacate buenísimas. El café es excelente, al igual que los zumos, y te los sirven en un vaso enorme. Hay mesas tanto en el exterior como en el interior, y el ambiente es genial y acogedor. Un detalle curioso: si necesitas ir al baño, puede que te pierdas un poco por el diseño, ¡pero le da aún más encanto! El servicio es muy amable y rápido, lo que hace que la experiencia sea aún mejor. La ubicación es perfecta, justo en el centro, así que tienes unas vistas preciosas de la catedral mientras disfrutas del desayuno. En resumen, un lugar encantador para una mañana relajada.

Uno de los mejores espressos que he probado, 100% recomendado, 100% puro disfrute, así es como debe saber el café!

Los cafe hablan por si solo. Sencillamente espectaculares.

Los croissants y palmeritas están increíblemente deliciosos 😍🤤

Y no pongo siete estrellas porque no puedo!😜

Buena comida, pero al ser italiano, el café un poco menos.

El mejor café que he probado en España, ambiente estupendo y personal amable.

El café y la tarta de queso fueron una experiencia increíble. Lo mejor que he probado últimamente.

¡Un café para olvidar! Llegué a este "encantador" café con expectativas moderadas, pero salí con una experiencia que roza lo surrealista. El local parece sacado de una película de terror de bajo presupuesto: mesas pegajosas que te atrapan como mosca en miel, sillas que crujen como si fueran a confesar pecados antiguos y una iluminación tan tenue que necesitas linterna para leer el menú (si es que logras encontrarlo entre las manchas). Pedí un café con leche. Lo que recibieron mis papilas gustativas fue una especie de brebaje marrón que sabía a agua de fregar con un toque de café de hace tres días. La leche... bueno, digamos que estaba en ese punto mágico entre "caducada" y "experimento científico fallido". El croissant que lo acompañaba tenía la textura de una suela de zapato que ha visto mejores días. El servicio fue el colmo: la camarera parecía estar en una competición de "quién ignora más al cliente". Tardó 20 minutos en tomar mi pedido, otros 15 en traerlo y, cuando le señalé educadamente que el café estaba frío, me miró como si le hubiera pedido que resolviera la crisis climática.