Charoles en San Lorenzo de El Escorial

Un ambiente cálido y confortable. La comida de gran calidad y muchos aperitivos cortesía de la casa. El camarero un señor encantador, muy amable y pendiente de todo en cada.

En nuestra última visita al restaurante Charolés de El Escorial, tuvimos el privilegio de ser atendidos por Alfonso Palomo, un camarero cuya dedicación a la hostelería es el reflejo de décadas de experiencia y pasión. Su servicio, atención y tacto nos recordaron que la excelencia en la restauración no se limita solo a la calidad del plato, sino que abarca también el arte de acompañar una experiencia culinaria a otro nivel. “El arte es largo, la vida breve”, dijo Antonio Machado, y en cada gesto de Alfonso se percibe el dominio de ese arte, forjado a lo largo de una vida dedicada a su oficio. Alfonso no solo fue elegante, sino que supo anticiparse a cada detalle, haciendo de nuestra velada una sinfonía perfecta entre los sabores exquisitos que ofrece el Charolés y un servicio impecable. En un mundo en el que la hostelería parece haber olvidado los valores de antaño, Alfonso representa ese legado tan preciado. Su maestría nos transporta a una época en la que el servicio era sinónimo de arte y no mera ejecución mecánica. Como dijo Cervantes, "el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho", y Alfonso, a través de su vasta experiencia, ha acumulado un conocimiento y un saber hacer que pocos logran hoy en día. La calidez y el trato cercano de Alfonso no solo elevaron la experiencia gastronómica, sino que la convirtieron en algo inolvidable. Desde el primer saludo hasta la última despedida, su presencia fue un lujo añadido a la alta calidad de los productos del restaurante. Hoy en día, encontrar una atención así es escaso y cuando se encuentra, se debe valorar y elogiar con justicia. Gracias a Alfonso Palomo, volver al Charolés se ha convertido en un doble placer: por la excelencia de su carta y por la certeza de que será él quien nos guíe en este viaje culinario. Lo que Alfonso hace está más cerca del arte que del servicio, y como dijo Juan Ramón Jiménez: "Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas", porque lo que Alfonso ha logrado con su dedicación no tiene otro nombre más que arte puro. Muchas gracias, Charolés. Mil gracias, Don Alfonso Palomo. Marina y Daniel.

Comida clásica . Carta extensa con precios altos para principales y postres . Vino a de la casa a 28€ . Si el tiempo lo permite , mejor estar en terraza porque los espacios interiores no tienen ventilación ni luz natural . Servicio rápido . Aunque ya no es lo que era, el ambiente es clásico , con banderas de España en las mesas . Olé olé olé .

Excelente atención , todo perfecto !! Lo recomiendo , el cocido madrileño buenísimo , debe hacer reserva para ir a comerlo , ya que no es todos los días … postre delicioso, 🫶

Sin duda el mejor restaurante de El Escorial. Dispone de dos terrazas, una a cada lado del edificio, y también mesas en el interior. La atención del personal es inmejorable, el ambiente tranquilo y la comida riquísima. Recomiendo especialmente la merluza de pincho, es la mejor que he comido en mi vida.

Sitio acogedor y agradable. Atención extraordinaria, trato muy agradable y muy pendientes del cliente. Comida excelente y relación calidad-precio buena. La botella de agua y el pan son "caros" en relación a otros sitios.

Cuantos recuerdos. Abrazo enorme para Manuel Miguez y Juan Carlos Ochoa.

Un restaurante acogedor y elegante, de estilo clásico, que nunca defrauda. Excelentes productos, servicio muy profesional. Carta amplia, con buenas elaboraciones. Buena bodega y servicio del vino muy profesional. Especial atención alas recomendaciones fuera de carta. Trato exquisito. Da gusto volver.

Experiencia excelente! Mi esposo pidió rabo de toro y quedó extasiado! El servicio óptimo y muy amable! Repetiriamos sin duda! Felicidades!!!

Que gran lugar, que comida tan espectacular y super servicio