Casa Tataguyo en Avilés

Bien. Correcto. Sin mas. Rape con salsa (?) Amplia carta de vinos.

Emblema de Avilés. Solera absoluta con tres ambientes separados. El "chigre" de la entrada, incomparable. El comedor del piso superior permite en un ambiente distribuido disfrutar de las mejores comidas. La longaniza cocida, emblema de la casa, es única. ¿Por qué me gusta? No lo sé, pero paso media vida allí. A buen entendedor...

Nos recomendó el sitios otro restaurante al que fuimos porque estaba lleno. Que gran recomendación nos hicieron, un sitio muy cálido y acogedor y un trato excelente. La comida riquísima, destacó sobre todo la fabada que tenía un sabor increíble. Muy recomendable

El local (1845) destaca desde que entras en él. El mobiliario también. La cocina no para y platos como el pulpo a la brasa, las setas rebozadas y los callos con patatas se disfrutan en la cálida estancia del comedor posterior de la planta baja. El requesón con helado de frambuesa y miel sorprendente, digestivo y delicioso. Amplia carta de vinos, de todos los precios. Muy buen servicio pese a la alta afluencia de clientes. Muy buena experiencia. Recomendado reservar

Es la primera vez que comíamos allí y nos ha gustado muchísimo, la comida excelente, para repetir.

Muy rico el rape. Buen servicio.

Lo siento pero me parece caro por lo que ofrecen.

Hay sitios que forman parte de la memoria culinaria como si fueran una canción que vuelve cuando menos lo esperas. Y para mí, Tataguyo es uno de ellos. Lo visité hace 20 años, cuando aún descubríamos Avilés sin GPS y con más hambre que criterio, y volver ahora ha sido como abrir un libro que, contra todo pronóstico, sigue oliendo igual. El local conserva esa esencia propia que lo hizo especial desde el principio: esa mezcla de autenticidad, sabor y un punto de carácter que no se fabrica, se tiene. El ambiente sigue siendo el mismo refugio acogedor de siempre, el servicio mantiene esa cercanía sin artificios y la cocina… bueno, la cocina sigue tocando la tecla adecuada. Y aquí va la mención especial obligatoria: la longaniza del Tataguyo. Qué maravilla. Sabe a tradición, a receta que no se toca porque funciona, a tiempo detenido. Tan buena como la recordaba, quizá mejor, quizá yo más consciente ahora de lo que significa que algo permanezca igual en un mundo que cambia tan rápido. Veinte años después, Tataguyo sigue siendo Tataguyo: honesto, sabroso y fiel a sí mismo. Uno de esos lugares que demuestran que la verdadera calidad no pasa de moda. Avilés puede cambiar, nosotros también… pero hay fogones que resisten. Y menos mal.

Antigua casa de comidas transformada en restaurante de renombre, su cocina es fenomenal, con raciones copiosas y buena bodega. El servicio es atento y eficaz.

Fuimos a comer cinco amigos al tan renombrado restaurante. Como la intencion era comer pescado , pedimos unos entrantes delante. La mitica longaniza muy buena como siempre, pero los mejillones tigre de pequeño tamaño eran 6 y el pate de oricios montado en unas escasa hojas de lechuga nos costó identificarlo y pensamos que era detalle de la casa. . Bien los pescados ylos postres. Un solo palo de sidra. Nos parecio mal detalle ofrecernos chupitos y luego cobrarlos a 5€. Tambien los cafes la cuenta fue de 260€.