Casa Alfonso en Peñamellera Alta

Es de estos lugares que ya apenas quedan pero que hay que ir a visitar. Buscamos un sitio para ir a comer tortos y lo encontramos en los Picos de Europa, unos tortos acompañados de picadillo y queso cabrales que están deliciosos. Lo acompañamos con un arroz con “picu” bien rico. El ambiente es santo de un pueblo muy pequeño en un restaurante también pequeño pero que sin duda merece la pena visitar.

Lugar peculiar , con mucha historia de montaña , ambiente muy local , muy bien atendido con un servicio impecable y muy agradable. Sus toreos y su arroz con picu exquisitos y muy puntual . Merece la pena subir el puerto empinado que te lleva a este lugar. Nos encantó. Hizo un día de cabaña que dicen ellos , pero aun así mereció la pena llegar hasta allí . Volveremos !!!

Comida espectacular, cantidad muy generosa, precio muy razonable y trato estupendo. Nos invitaron a chupitos enormes al terminar.

Creo que la mejor forma de describir este sitio es que es como ir a comer a casa de tu abuela. Porque es que los tortos son como los que me hacía mi abuela. Hacía siglos que no probaba un torto así de bueno. El picadillo exquisito, el arroz con pitu bueeeníiisimo y el cabrito para llorar pero de alegría, con el plus de la ensalada que se agradece muchísimo. Además son encantadores porque fuimos dos mesas inmensas y solo nos dieron facilidades pese al trabajo que les dimos. Y el sitio es precioso y súper acogedor. De 10 vaya, para repetir.

Lugar incomparable donde comer como reyes en un paraje unico. Trato 10/10 super amable y atento.

Una experiencia espectacular que comienza en el camino. Al acceder al restaurante del edificio, las fotografías y objetos antiguos de montañismo de Alfonso nos transportan a un viaje en el tiempo. Es un lugar que llena todos los sentidos: la mirada, el olfato, la comida deliciosa y abundante, la amabilidad del dueño. ¡Experiencia única y especial!

Me faltan estrellas para definir el placer que ha sido comer en este salón de las delicias. De tapa hemos saboreado familiaridad, simpatía y calidad a raudales . De entrante unos tortos de maíz con cabrales y picadillo que solo tienen una palabra "" ESQUISITEZ"". De primero un arroz con pollo de corral que te deja sin palabras. De segundo un cabrito lechal al horno que era lo más tierno que jamas he probado en un restaurante y eso que he viajado y comido por casi toda España. Y ya para rematar unos postres caseros que rematan este acierto culinario. Por cierto el vino que pedimos con el menú de degustación esta muy a la altura de las viandas ofrecidas. Por ultimo solo quiero darles a sus dueños y a la encargada que nos atendió tan educada como simpática mis más sinceras GRACIAS. Volveremos muy pronto.

Hemos comido hoy allí,solo puedo decir que la comida y el servicio espectacular ha valido la pena las dos horas de viaje.

Domingo 8 diciembre 2024. Lugar acogedor y hogareño. La comida un 10. Un restaurante donde comer agusto. Los tortos una pasada y el cabrito un manjar. Sin duda merece la pena y repetiremos seguro. Imprescindible reservar.

Si queréis comer comida 100x100 casera, sin prisas y con los sabores más tradicionales de Asturias, este es vuestro restaurante sin lugar a dudas, en un lugar espectacular como son los Picos de Europa y un pueblo precioso y entrañable como es Oceño a pocos kilómetros del Concejo de Cabrales. El año pasado nos quedemos con las ganas por falta de tiempo y este año que hemos ido a Galicia nos hemos desviado un par de días por Asturias antes de volver a Granada para entre otras cosas pasar por Casa Alfonso. Imprescindible reservar y si es posible con antelación porque el lugar es pequeño, muy pequeño, lo que lo hace superacogedor, decorado con motivos de deporte de montaña antiguos pertenecientes al padre y suegro de los dueños del restaurante, un antiguo y conocido guía de montaña. Atendido por por la familia que lo regenta que hacen a su vez de camareros y cocineros de una manera amable y muy atenta. Llamamos para reservar esa misma mañana que llegábamos a Asturias y nos hicieron hueco a pesar de estar completos tras contarles la situación, eso es de agradecer. La comida es simplemente espectacular, sabores tradicionales, se nota la buena mano de la cocinera, aquí no hay prisas por despachar, las cosas bien hechas se llevan su tiempo. Creo que no hay carta, es un menú cerrado, pero esto no lo se con certeza, porque también fuimos "in extremis" y venían de estar cerrados por fiestas que puede q fuera también el motivo. De entrante nos pusieron tortos de maiz con queso de cabrales y picadillo de chorizo, platillo típico asturiano que no conocíamos y q nos sorprendió gratamente. De primero arroz con pitu (pollo campero), que estaba tremendamente bueno y que me trasladó a mi infancia 40 atrás cuando íbamos a casa de mi abuela y hacia un arroz casi calcado con los pollos que criaba y q alimentaba con las verduras ya maduras del huerto de mi abuelo y los cuscurro de pan duro. De segundo cabrito guisado (choto como decimos en mi tierra ). Eso era una delicia para el paladar, tierno no, lo siguiente q acompañado de unas patatas fritas caseras, de las q ya pocos ponen en ningún sitio apostando por la rapidez del precongelado que conseguía ponerte el bello de punta a cada bocado y donde el pan de buena miga se acabo mojando en la salsa que fue lo único que ya quedó. La guinda del pastel y a pesar de sentirnos mas que satisfechos con una comida tan contundente fueron los postres, no nos colaba ya ni aire, pero no podíamos pasar sin probarlos porque ya se predecia que no iban a defraudar como así ocurrió, una tarta de piña casera y unos flanes de queso que hicieron las delicias de los mas golosos, todo un acierto acompañado de un exquisito café de puchero. El coste por persona fue de 28€, un precio mas que razonable por calidad y cantidad. Sin dudar un lugar para recomendar con encanto en un entorno idílico,nosotros volveremos.