Bar Kiko en Sevilla

Comida muy rica. Buen ambiente. Servicio muy agradable. Es un sitio para repetir.

No hay asientos en el interior, por lo que no será perfecto si quieres ir a almorzar como nosotros, porque el calor en verano es una locura, la comida está bien, en su mayoría barata, nos encantan las croquetas y las albóndigas, el resto que pedimos son muy insípidos, como la pechuga de pollo y los bollos con solomillo de cerdo, la salchicha está bien, pero no recomiendo el resto de la carne (tal vez el marisco sea bueno, pero no lo pedimos)

Genial x 2 vez lo visito,y se come de lujo,aparte,la sencillez de las personas adoro eso,recomendado 1000/% ,felicidades a todos el equipo

La comida, buenísima. La atención, excepcional. Y el ambiente, ideal. Sin duda un bar con la esencia excepcional de Andalucía. Si están por la zona y no saben donde ir, vengan aquí.

Bar fabuloso para comer. Precios inmejorables y atención al detalle. El personal es exquisito y muy atento y la comida es totalmente casera. Nos dijeron que la elaboración está a cargo de la madre de la mujer que nos sirvió, y no lo dudo en absoluto. Recomiendo el sitio a todo aquel que quiera disfrutar de una buena comida casera en el centro de Sevilla.

El lugar más auténtico de todo Sevilla !!!

Muy buenas las tapas y el menú muy económico. Bar típico sevillano

Único, auténtico, nada turístico. La única lástima es el local, microscópico y con demasiada gente, con pocas mesas en la calle; de ​​lo contrario, sería perfecto. El dueño es un enérgico septuagenario que se encarga de servir a todos con platos preparados rápidamente. Recetas clásicas pero también típicas, cocina con sabores no excesivamente picantes, todo bien preparado y contundente (no elegimos las tapas). Precios muy justos; cenamos por 14 € por persona. Recomendado.

En un soleado mediodía sevillano de comienzos de marzo estaba todo el centro lleno, pero mereció la pena llegar hasta una pequeña calle peatonal cercana a la iglesia del Salvador para comer en el Kiko de la Chari. El local (bueno, son dos pequeños locales en los que las camareras van de uno a otro por la calle) es pequeño y tiene una terraza de una docena de mesas (si llega, no las conté). Cuando no hay sitio apuntan el nombre de quien está a la espera, de modo que tan pronto como queda mesa libre te llaman; es un sistema efectivo, además no hay que esperar para sentarse. Respecto a la comida, al ser sábado no había menú del día (por las fotos que he visto tiene muy buena pinta), así que comimos a base de raciones y tapas: acedías, calamares, albóndigas (con una salsa muy sabrosa que llevaba curry)... Todo muy casero, muy rico y muy barato y con un servicio muy amable. Muy importante: no admiten tarjetas de crédito, como avisan inequívocamente en la carta y en la entrada del bar.

Es curioso que este negocio no aparezca entre las guías y recomendaciones más sesudas de tapeos por Sevilla. Aquí prima la cocina de calidad, tradicional, platos hechos en cualquier casa pero con mucha maestría basados en recetas antiguas. La Cocina de la Abuela es responsabilidad de una excelente cocinera, la Sra.Chari, a la cual tuve la oportunidad de saludar, mostrarle mi admiración por sus elaboraciones e inmortalizar el momento en una foto que está a la altura de otras que tengo con Chefs de renombre. El negocio eminentemente familiar cuenta con los hijos de Chari, su amabilidad y servicio no decepciona, su cercanía complementa una experiencia muy entrañable pero no exenta de mucha calidad en los fogones. Íbamos por un plato y probamos: - Espinacas con garbanzos, no diré las mejores de Sevilla pero dejan huella y ganas de repetir. Melosas y con el sabor a comino que uno espera, garbanzos en su punto, plato untuoso nada graso. Excelente e imprescindible. - Fideuá de Gambas, potente sabor a mar acompañado de una cremosidad importante. Plato muy bueno. - Albóndigas de carne, compactas y muy jugosas, la salsa pide mucho pan. Plato tradicional, entre los mejores. - Pisto con huevo frito, punto exacto de las verduras, vuelve la melosidad de anteriores platos, se hace muy suave en boca regalando el sabor que uno espera de este plato. Apúntalo y no dejes de pedirlo, pan también. Volveré en futuras ocasiones, me ha cautivado la cocina de toda la vida perfeccionada por el paso de los años y el sentido común en los fogones. Recomiendo encarecidamente este restaurante, lejos de los circuitos populares pero imprescindible entre los paladares más exigentes. Se puede comer dentro del comedor o en alguna de las mesas exteriores. Sirva de paso esta reseña como homenaje a todos eso Chefs menos mediáticos pero que preservan y difunden la cocina tradicional española. Saludos.