Amaltea en Córdoba

No estuvo nada mal, pero por poner una pega (menor) el servicio fue un poco lento, sólo dos camareros para un domingo a mediodía con lleno absoluto, incluido un grupo. La comida bastante buena. Destacar el Puerro con sardina y el Wok con salmón, aunque todos los platos estuvieron bastante bien. La Torrija muy buena, jugosa. La cerveza muy fría. No me pareció caro. En fin de semana conviene reservar. La quinta estrella para cuando se pueda reservar por alguna aplicación o por su web, no por WhatsApp.

Este es un restaurante excepcional, un menú pequeño pero excelente.

Me ha encantado absolutamente todo de este restaurante. Una carta diferente con comida muy buena. El ambiente muy agradable y el servicio muy correcto. Repetiré sin duda

Comida excelente y personal muy amable. ¡Lo recomendamos muchísimo!

El Restaurante Amaltea es una auténtica joya en Córdoba. Desde nuestra llegada, la vibrante decoración y el ambiente alegre lo convirtieron en un lugar muy agradable para cenar. El servicio fue encantador —atento, amable y acogedor— e hizo nuestra experiencia aún más placentera.

Muy recomendable! De los pocos restaurantes que encontramos con opciones sin gluten y con opciones si estás actualmente con SIBO. El personal muy amable.

Comida muy rica, fresca y saludable. Nada del otro mundo, aunque espero que incluyan opciones más completas.

Restaurante fantástico con un menú vegano exclusivo. ¡Me encantan la salsa, la pasta y la lasaña!

100% recomendable, platos originales y saludables. Una alternativa ideal para contrarestar la carta habitual de la ciudad donde predomina la carne. Además tienen muy en cuenta alergias/intolerancias u otras adaptaciones y muy buen trato personal.

Quién no se ha sentido en paz y reconfortado, absorto en sus pensamientos, al contemplar la inmensidad del mar o la belleza de una puesta de sol. Es lo que se siente al atravesar el umbral de Amaltea sólo que en este caso son el mar y el sol los que te están mirando a ti cuando entras. El colorido de una sala amplia y diáfana, llena de luz, te abraza cálidamente nada más llegar. No te has sentado aún y ya sabes que has acertado. El ambiente es internacional y variopinto, parejas jóvenes y no tanto, familias, grupos de amigos y, de vez en cuando alguna cara conocida (recuerdo famosos locales pero también coincidí con José Mota y Santiago Segura por poner algún ejemplo). Está claro que comer bien, sano y rico es para todos. Ser vegano, celíaco o tener cualquier intolerancia o alergia alimentaria no es ningún problema en este restaurante que dispone de tres cartas diferentes para llegar a todos y si hay alguna otra necesidad la atienden con eficacia. Lo que sí es un problema es elegir plato porque entre sus variadas propuestas de fusión uno se ve inmerso en un exótico frenesí de ingredientes que te hacen imaginar sabores a los que no estás dispuesto a renunciar. No mires el reloj, no pienses que estás en un restaurante, fíjate en sus ventanales y en las plantas que los enmarcan, curiosea el mueble de los vinos, busca entre el color de sus paredes alguna exposición temporal. La carta de vinos acompaña a la perfección y tiene referencias tanto para el reservón como para el navegante. El personal es muy atento y discreto, solvente y amable, ha probado casi todos los platos (menos el tuyo, claro) y es un acierto preguntar en caso de duda. Desde hace un año, Auxi lleva la sala, es feliz en Amaltea y se le nota. Espero que quien coma allí también lo sea cuando se vaya.