ABaC Restaurant & Hotel en Barcelona

ABAC no es un mal restaurante, pero en nuestra opinión, no destaca entre otros establecimientos con estrellas Michelin. Fuimos a cenar pensando que nos esperaba una de las mejores experiencias gastronómicas del momento, pero salvo algunos platos únicos, nada nos impresionó realmente. Si bien la carta de vinos es extensa, el maridaje nos pareció simplista. La lógica detrás de la selección de vinos es buena, e incluyen varios espumosos y vinos elaborados exclusivamente para ellos. Sin embargo, hubiéramos preferido que eligieran vinos más conocidos. Esto es una opinión personal, por supuesto, y somos plenamente conscientes de que no es un maridaje caro. Quizás lo más decepcionante fue la distancia del servicio del personal. Aunque sus movimientos están perfectamente (y, creo, excesivamente) coreografiados al servir, el resto de la experiencia resultó un poco fría e impersonal. Uno no va allí para hacer amigos, pero una oferta de transporte después de la cena y que lo acompañaran a la salida habría sido un buen detalle.

Experiéncia espectacular en un merecido tres estrellas. Nos ha gustado mucho. Mucha calidad, producto e imaginación en todos los platos. Servicio muy atento y profesional, de lo mejor que te puedes encontrar. Precio, en concordancia con los restaurantes de esta categoria. Aquí no vienes a comer, vienes a disfrutar de la imaginación y buen hacer de un genio. Me llevo un recuerdo que guardaré por mucho tiempo. El mejor regalo que se le puede hacer a un cocinero.

Un sueño hecho realidad. Personal atento y cordial. La comida exquisita. Fuimos en Febrero, había olvidado escribir ésta reseña. Tomamos el menú con maridaje, recomiendo demasiado la experiencia completa. No puedo esperar para volver!

Simplemente espectacular. Comida increible, servicio espectacular y local muy acogedor. Es un restaurante en el que no vas solo a comer si no a vivir una experiencia. Lo recomiendo al 100% aunque hay que tener en cuenta que el precio a pagar es caro pero merece mucho la pena.

Hemos ido mi marido y yo a probar el menú de gustación con un poco de miedo por la reseñas que habíamos leído. Con respecto al personal tengo que decir que nos trataron con mucha atención y en ningún momento nos faltó de nada y fueron muy amables. Referente a la comida el menú llevaba diversos platos con pescado y dado que yo no lo puedo comer me los adaptaron sin ningún tipo de problema. Independientemente que el plato te pueda gustar más o menos, en nuestro caso nos gustaron todos mucho, la presentación y la elaboración es espectacular. Ahora cabe decir que cada uno valore si el menú va en consecuencia al precio.

Una experiencia. El servicio fue amable y competente, sin pretensiones, y la comida fue una experiencia sensorial. Tuvimos una velada inolvidable y, a pesar de las raciones pequeñas (aunque había muchos platos), quedamos saciados de camino a casa. Es caro comparado con un restaurante normal, pero es una experiencia para los sentidos.

Quizás iba con demasiadas expectativas, todo estaba rico y la presentación excelente, pero pocos platos me han sorprendido y quedarán en mi recuerdo. El local y el servicio, impecables.

La propuesta gastronómica de ABaC es, sin duda, excelente. Los platos están ejecutados con precisión y creatividad, y la calidad del producto es incuestionable. La experiencia culinaria como tal es muy satisfactoria, pero hay aspectos que me impiden recomendarla o repetirla. Por un menú de 320€, uno espera una experiencia impecable en todos los sentidos, no solo en la cocina. Lamentablemente, el servicio de sala no estuvo a la altura: muchos camareros parecían estar en prácticas, algo que no tiene nada de malo en sí, pero se notaba la falta de experiencia en los detalles y en el trato. A eso se suma que el paso constante del personal al lado de la mesa, y la mala insonorización del espacio, restan intimidad a la experiencia. Para un restaurante de esta categoría, ese tipo de cosas deberían estar más cuidadas. En resumen: comida de 10, servicio de 6, ambiente de 5. Una lástima, porque el potencial está ahí, pero la experiencia completa no justifica el precio.

Con gran expectación, acudimos a nuestra cita en ABaC, para la que organizamos una escapada a Barcelona desde Sevilla. Atravesamos el jardín y bajamos por unas escaleras hacia la recepción, donde nos llevaron a nuestra mesa. Vi que había un salón apartado cerca de la cocina, ese día sin comensales, aunque nuestra mesa estaba en el salón principal a lo largo del jardín con grandes cristaleras. Después de echar un vistazo a su enorme carta de vinos, nos decidimos por el maridaje que nos propusiera el sumiller. Suele ser una buena oportunidad para degustar vinos de calidad que no son siempre accesibles aunque en esta ocasión, podríamos haber seleccionado alguno en concreto de mayor nivel, disfrutando igual del menú. Empieza con un Bloody Mary muy conseguido donde el hielo forma parte del cóctel, destacando un rico brioche de anguila con un toque de wasabi recién rallado para el bocado final y unos calamares romana en texturas que también nos sorprendieron, al estilo tapas. El gazpacho de tomate verde con un chupito con el plantón completo enraizado nos dio un toque refrescante antes de los primeros platos. Curioso el trampantojo de la gilda de L’Escala, y muy buena la dorada con los moluscos y el gazpachuelo servido en mesa. Llega el momento del pan y la mantequilla, en formato vela con la llama, para ir untando, y descubrir la sorpresa que ocultaba el logo de ABaC de sal que llevaba en la mesa desde el principio, para una elaboración posterior. Un plato que llama a todos los sentidos es el de un bosque calcinado con trufas y diferentes texturas, con un olor y sabor a humo impresionante, para luego disfrutar de, primero la refrescante gamba roja y después, del carabinero en su jugo de la cabeza, terminado en una cafetera en sala; sabor súper concentrado, con un crujiente de camarones muy fino. A continuación, una contundente fabada donde nada es lo que parece, y el tradicional fricandó con un estilo japonés que me gustó mucho. Por fin, el ritmo entre platos es un poco lento, llegó el festival de postres, primero con el toque ácido del yogur y luego una merienda a base de chocolates que fue mi preferido. Un aromatizante final de rosas y piruletas, con el juego de la voz y el helio de los globos, para luego pasar al surtido de dulces que decidimos tomar ya en el jardín para cambiar de ambiente y aprovechar el buen tiempo que hacía en el exterior y tomar el aire junto a las estatuas. No pudimos conocer al chef al no encontrarse ese día en el local, aunque les dejé un libro que había traído y que me gusta por su nivel de detalle de las recetas que se llama Cuatro Casas, que nos dedicó días después y que me enviaron a mi casa. ¡Muchísimas gracias Jordi!

Un placer en todos los aspectos. Gastronómicamente, un diez, y tanto por la calidad de los platos, como por la imaginación de las presentaciones. El servicio, a la misma altura que la cocina. Si duda merece la pena la experiencia.