Descubre el mejor restaurante en Vega de Tirados

08/12/2025: Llegamos al Restaurante Rivas con muchas expectativas, sabiendo que es uno de los referentes gastronómicos de la zona y hacía muchos años que no íbamos. Nada más sentarnos nos sirvieron un pan espectacular, con variedades de trigo, maíz e integral, que ya desde el principio marcó muy buena impresión. De entrantes pedimos croquetas mixtas y un revuelto de setas. Las croquetas fueron una pequeña montaña rusa, las de jamón nos llegaron frías y muy pequeñas, pero las de boletus estaban realmente buenas. El revuelto, sin embargo, fue justo lo que esperábamos producto de temporada sabroso y lleno de sabor. En los principales llegó lo mejor. La paletilla de lechazo fue, sin duda, el plato estrella, era tierna, jugosa, perfectamente hecha, de esas que se deshacen casi solas. El cochinillo estaba muy bien cocinado, pero la salsa que lo acompañaba cambiaba tanto el sabor tradicional que nos dejó con la sensación de que perdía parte de su esencia. Las albóndigas con trufa, sinceramente, una maravilla con intenso aroma y sabor que no deja atrás a otras carnes… Una pena que vinieran pocas y bastante pequeñas. Para terminar, pedimos su famoso tatin de manzana. Aquí volvió a aparecer una cierta irregularidad, dos estaban cargadas de manzana y deliciosas, pero las otras dos tenían tan poca que apenas se apreciaba el postre tal y como lo recordábamos. El servicio fue muy amable en todo momento, camareros atentos y cercanos. Eso sí, el ritmo fue lento, tanto que acabamos tardando casi dos horas y media en comer. En un restaurante de este nivel, ese tiempo se nota todavía más. En resumen, Rivas es un lugar con momentos culinarios brillantes, especialmente cuando se centra en la tradición y el producto castellano, aunque con algunos altibajos en la regularidad y los tiempos. Aun así, merece la visita. Es de esos restaurantes que, cuando aciertan, aciertan mucho.

08/12/2025: Tras muchos años sin ir, hemos vuelto por el postre. Quizá las expectativas estaban muy altas y nos ha decepcionado. El lugar ha mejorado, el aparcamiento y el local están muy agradables y se nota la inversión económica. El servicio profesional, exagerando diré que casi había más personal que clientes, pero han ocurrido situaciones que no están al nivel esperado en esta categoría de restaurantes. La segunda cerveza que he pedido, al retirarnos el primer plato, no ha llegado hasta finalizar el segundo, y eso que hemos tardado casi tres horas en acabar de comer por la lentitud entre plato y plato. La comida, escasa y extraordinariamente cara, ver cuenta en fotos. Las croquetas, a casi 2 euros por unidad, muy, pero que muy pequeñas, pero eso sí, las de boletus extraordinarias pero las de jamón no sabría decir pues estaban frías, casi congeladas, por dentro. No nos hemos atrevido a protestar pues ya las teníamos en la boca, se comen de un bocado. Las albóndigas, del tamaño de una canigra grande, muy sabrosas pero escasas, 6 unidades. Las paletillas muy buenas, pero el tostón perdía todo su sabor al estar acompañado por una salsa ácida que no pintaba nada en ese plato. Un bol de patatas fritas caseras y otro de ensalada demasiado avinagrada, para los cinco comensales como acompañamiento de los segundos, nos ha parecido poco. El tatin de manzana muy bueno pero caro, muy caro. Lo recordaba mucho mejor. El hecho de estar a 30 minutos en coche de Salamanca es un punto a tener en cuenta. Por precio, calidad y rapidez en el servicio, hay opciones similares o incluso mejores en la propia ciudad. Firmado Jaime Ferrer