Yume en Avilés

Descubrimos Yume a través de la Guía Michelin y, motivados por las expectativas, decidimos visitarlo. La experiencia comenzó con ilusión y curiosidad, y si bien los primeros sabores prometían, la emoción fue disminuyendo a medida que avanzaba el menú. Los platos presentan buenas elaboraciones y sabores correctos, pero ninguno llega a sorprender realmente. Se echa en falta mayor potencia y contraste, así como una mayor diversidad en las preparaciones. La mayor parte del menú está concebido para comerse con cuchara, lo que termina haciendo la experiencia algo monótona. Extrañamos la presencia de un plato principal de carne o pescado que aportara un punto culminante. Los postres, por su parte, tampoco lograron conquistarnos. En contraste, el servicio fue impecable. Una mención especial para Iratxe, la jefa de sala, cuya atención profesional y cercana elevó notablemente la experiencia (incluyendo el buen vino que nos recomendó). Nos marchamos con un sabor agridulce: una cocina correcta, pero sin el brillo que esperábamos, acompañada de un servicio de diez.

Hoy comimos de maravilla en Yume. Teníamos muchas expectativas, y la experiencia fue aún mejor. Cada plato fue una sorpresa, preparado a la perfección. El servicio fue muy amable y la ubicación inmejorable. ¡Volveremos!

Fuimos a probar el menú intermedio y la experiencia fue increible. Cada plato estaba lleno de sabor y muy bien presentado. El equipo nos trató con mucha amabilidad y atención desde el primer minuto. Al final incluso nos enseñaron la cocina y tuvimos una conversación muy agradable que redondeó la visita. Un sitio que cumple y deja un buen recuerdo. Volveremos.

Muy buena experiencia a un precio espectacular. Optamos por el menú ejecutivo y todos los platos estuvieron muy bien. Aunque avisamos con antelación de que una persona no podía tomar gluten y no se acordaron al sentarnos en la mesa, nos preguntaron y todo fue estupendo, adaptaron uno de los aperitivos y el postre, estuvieron pendientes en todo momento y transmitieron confianza a la hora de explicar los platos dejando claro que nada contenía gluten. Nos fuimos con buena sensación y volveremos a probar el menú más largo.

Excelente servicio, la relación precio-calidad es de lo mejor, muchos vinos poco comerciales de gran calidad, el trato y el escenario es espectacular

Tuvimos la enorme suerte de disfrutar de una cena prácticamente en exclusiva en Yume, con el restaurante casi para nosotros solos y unas vistas espectaculares sobre la ría y la ciudad de Avilés, desde lo alto de la torre del Centro Niemeyer. El entorno ya de por sí es impresionante, pero lo que realmente marcó la diferencia fue el servicio y, por supuesto, la propuesta gastronómica. Desde el primer momento, Iratxe Miranda, jefa de sala y sumiller, nos hizo sentir como en casa. Cercana, profesional y atenta a cada detalle, fue una guía excepcional durante toda la velada. La cocina de Yume es creativa, técnica y sorprendente. Una oda al producto de temporada, al aprovechamiento inteligente y a la estética sin artificios. Cada plato está pensado para emocionar, y lo consigue. Uno de los pases más memorables fue el de cebolla roja, transformada en un flan e inoculada con Penicillium candidum: una elaboración que recuerda al queso camembert pero con el dulzor delicado y caramelizado de la cebolla. Una auténtica joya. También destacaría el pase de tomate en varias texturas, lleno de matices, que demuestra cómo un ingrediente humilde puede transformarse en algo excepcional cuando se trata con respeto y técnica. Otros momentos brillantes fueron la ensalada con carpaccio de vieira —fresca, elegante y perfectamente equilibrada—, y una "falsa boloñesa" que, como italiano, me atrevo a calificar como una auténtica revelación. Una reinterpretación moderna, sabrosa y audaz de un clásico muy querido. Todo ello acompañado por una selección de vinos cuidadosamente escogidos según nuestros gustos y origen, procedentes de pequeños productores. Iratxe acertó de lleno con cada recomendación, aportando aún más riqueza y coherencia a la experiencia. Para cerrar la noche, pudimos felicitar personalmente al chef Adrián San Julián por su trabajo. Su propuesta refleja técnica, sensibilidad y una enorme pasión por lo que hace. Se nota el respeto por el producto, la intención de ofrecer algo distinto y el deseo de emocionar. En resumen, una experiencia que va mucho más allá de simplemente “cenar bien”. Es cocina que emociona, que se recuerda, y que invita a volver.

Fuimos para celebrar una ocasión especial y sin duda fue todo un acierto venir a Yume. Desde el primer momento la encargada de sala nos dio un trato inmejorable y durante los pases fue todavía a mejor con la explicación de las elaboraciones. Tuvimos la suerte de poder conocer al chef y charlar un rato con él, lo que hizo todavía la visita más especial. Era la primera vez que probábamos alta cocina y sin duda salimos de allí queriendo repetir una experiencia así, ya que cogimos el menú largo, mereciendo la pena cada euro que pagamos. Enhorabuena a todo el equipo por su gran profesionalidad y destacar también las increíbles vistas si acudes a cenar con el atardecer.

Destacar primero de todo la amabilidad y delicadeza del personal. Producto muy cuidado, bien elaborado y una presentación preciosa. Espacio bien decorado, poco ruido y mesas bien separadas. Ubicado en la torre del Niemeyer te permite tener unas vistas impresionantes. Disfrutamos mucho de la experiencia. Muy recomendable

Ha sido una experiencia increíble. Celebre mi cumpleaños allí y no pude sentir un trato más especial por parte de la camarera que nos atendió. La presentación estuvo de 10, los sabores igual y el ambiente otro 10. Pleno absoluto.

Sin duda una experiencia, el personal fue super agradable y ayudó a que todo fuera perfecto. La comida super sorprendente y original. Muy recomendable.