Terraza XIII en Sevilla

Un hermoso hotel de lujo en una ubicación conveniente. El entorno y la decoración son claramente impresionantes. El hecho de que la bañera y la ducha no estén separadas es un poco impropio para el tipo de hotel. Pero reconocemos que, considerando la arquitectura histórica, el plano es menos flexible. Habíamos reservado dos habitaciones comunicadas con seis meses de antelación, una de ellas con terraza, y habíamos llamado al hotel para confirmar que esa opción estaba disponible para nosotros. Era nuestro único requisito para quedarnos en esta propiedad. Sin embargo, cuando llegamos no estaban disponibles para nosotros. Al parecer, el hotel no tenía constancia de ello y no hizo ningún esfuerzo por corregir ese error. Nos acaban de decir que sólo tenían pocas configuraciones como esa. Por supuesto, por eso habíamos reservado con seis meses de antelación y preguntamos específicamente.

Un sitio encantador y un ambiente muy exquisito para merendar. Todo un placer.

Desafortunadamente, contraje Covid durante mi estadía y agradecí mucho lo servicial que fue el personal. Tenía derecho a un desayuno buffet gratuito dado mi estatus Titanium Elite. El personal no tenía la obligación de reemplazarlo con el desayuno del servicio de habitaciones, pero felizmente lo hizo dadas mis circunstancias. La comida (buffet el primer día y desayuno del servicio de habitaciones los dos días siguientes) fue extraordinaria. También me pasaron a una habitación más grande y bonita, lo cual fue muy agradable. El hotel es absolutamente impresionante, estéticamente. Una pequeña nota de mejora: parecía que las paredes de la ducha cerca de la parte trasera no se habían limpiado adecuadamente, ya que había una leve acumulación visible de suciedad y moho. Espero que el hotel aproveche esta oportunidad para revisar su protocolo de limpieza específico para las duchas.

El hotel fue inaugurado en abril de 1928. Se construyó a partir de un concurso realizado a principios del siglo XX para proveer de alojamiento en Sevilla a los visitantes ilustres de la exposición Iberoamericana de 1929. Ahora pertenece al ayuntamiento de Sevilla, aunque tiene la concesión una cadena hotelera de lujo. No me alojé allí, que más quisiera, pero me gusta visitar el hall de los grandes hoteles y las estancias comunes. Es una chulada de hotel, con ese aire decadente inconfundible.

Un edificio extraordinario, un verdadero palacio, excelentemente conservado pero que por sí solo no basta para sustentar la leyenda. Debe complementarse con productos de alta calidad y un excelente nivel de servicio que lamentablemente no existen.

Hace una semana estuve tomando café con una amiga y pedí unas pastas para acompañar. Mi sorpresa llegó cuando nos pusieron las pastas que compramos en la caja de lata azul en cualquier supermercado. Hoy hemos vuelto a tomar café y después de veinte minutos esperando, ni nos habían mirado, ni tomado la comanda. Un hotel tan bonito, con cinco estrellas. Una decepción.

El Hotel Alfonso XIII en Sevilla no es simplemente un lugar para alojarse; es un paraíso donde el lujo se combina con un servicio personalizado incomparable, estableciendo el punto de referencia en hospitalidad. Ubicado en el corazón de Sevilla, este hotel deslumbra con su esplendor arquitectónico, ofreciendo a sus huéspedes una combinación única de elegancia histórica y confort moderno. Sin embargo, lo que realmente distingue al Hotel Alfonso XIII es la extraordinaria dedicación de su personal, particularmente Juan, Manuel y Ana Jiménez, cuyos esfuerzos aseguran que la estadía de cada huésped sea nada menos que extraordinaria. Juan, el miembro del personal con más antigüedad, ejemplifica un servicio al cliente excepcional y un profundo sentido de atención a los huéspedes. Su conocimiento de Sevilla es inigualable y su recomendación de visitar un lugar particular conocido por servir los mejores churros de la ciudad fue lo más destacado de nuestro viaje. La pasión de Juan por Sevilla y su cultura se refleja en cada interacción. Manuel, que comparte nombre con nuestro hijo de 6 años, creó una conexión memorable con nuestra familia desde el principio. Su gesto de regalarle un auto Hot Wheels a nuestro hijo fue un ejemplo conmovedor de su atención al detalle y su capacidad para hacer que los invitados se sientan realmente especiales. Este acto de bondad no sólo deleitó a nuestro hijo sino que también añadió un toque personal a nuestra estancia que siempre apreciaremos. El papel de Ana Jiménez a la hora de hacer que nuestra visita fuera memorable se extendió mucho más allá del mostrador de facturación. Ella personalmente nos acompañó a nuestra habitación, se tomó el tiempo para mostrarnos las instalaciones y se aseguró de que estuviéramos cómodamente instalados. Su trato cálido y atento desde el momento en que llegamos marcó la pauta para una estancia definida por la atención personalizada y la hospitalidad. Los esfuerzos combinados de Juan, Manuel y Ana Jiménez contribuyen a crear una atmósfera donde los invitados no sólo son acogidos sino también celebrados. Su dedicación a ir más allá en sus funciones de servicio resalta el espíritu del Hotel Alfonso XIII, donde la experiencia de cada huésped se elabora con cuidado, atención al detalle y un toque personal. Alojarse en el Hotel Alfonso XIII es una experiencia enriquecida por la amabilidad, la atención al detalle y el servicio personalizado brindado por su excepcional personal. Juan, Manuel y Ana Jiménez destacan por sus contribuciones para hacer que nuestra visita sea inolvidable, mostrando lo mejor que Sevilla tiene para ofrecer. Para cualquiera que busque una estancia que combine el lujo con un toque cálido y personal, el Hotel Alfonso XIII es sin duda la única y perfecta opción.

Sitio perfecto para comer en Sevilla el domingo de Ramos, atención excelente, buen ambiente y comida muy buena.

Caro pero muy agradable para tomar un café en el patio interior o un cóctel en la terraza.

El sitio es precioso. La atención espléndida como no podía ser de otra manera al tratarse de la terraza de un hotel gran lujo. El vino bueno. Pero el problema llega al pedir algo para tomar. Había un evento con un cóctel y ocupaba toda la atención de los camareros y la cocina. Pedimos un sándwich club y una ensalada capresse . Qué horror. La ensalada era tomate con un bote entero de pesto y encima la burrita. Incomestible. El sándwich todo pan y entre medias un poco de pollo frío un huevo frito pasado, bacon frío… Otro horror. La segunda copa de vino necesaria al tardar 45 minutos en traer la comida, venía en copas de distinto tamaño, más propias de una tasca q de un local de esa categoría. Iba a reservar para cenar pero viendo la calidad de la comida se me quitaron las ganas.