Taberna Txakolina en Madrid

Muy buenos sándwiches en este barrio tan amigable. La sangría no es muy cara y es muy generosa. Un pequeño inconveniente, puede resultar un poco estrecho.

Un sitio al que volver !! Genial

Primera vez que voy, de muchas que volveré. Pedimos dos copas de vino con unos pinchos y estaban de muerte. El servicio increíble, te ayudan y asesoran con todo. Visita asegurada, cuando vuelva a Madrid. Muchas gracias ☺️.

Todo buenísimo, la nueva gestión es una maravilla. Las patatas bravas increíbles

Muy buenas tal y como me pides si habeis canbiado todo por completo os viy a dar 3 Estrellas y prometo pasarme y visitaros de nuevo y espero daros 5 Estrellas buena suerte

Me encanto todo. La atención fenomenal los chicos muy majos . La comida está deliciosa y el local muy acogedor y ese toque rústico le da algo especial,

Una experiencia para repetir! Fuimos por recomendación y superó nuestras expectativas. Pedimos alcachofas y champiñones, ambos cocinados a la perfección, sabrosos y alta calidad del producto. El brioche, ¡qué maravilla! delicado y lleno de sabor. Pero lo que realmente marca la diferencia es la atención: Antonio y Sofía son amables, cercanos y te hacen sentir como en casa desde el primer momento. Un sitio con alma, buena comida y gente que ama lo que hace. Volveremos sin duda!

Fuimos un domingo a mediodía por la Cava Baja y entramos por casualidad en este local y nos llevamos una grata sorpresa. Atención rápida por parte de los camareros, comida más que correcta y gran variedad de cervezas y barril de grifo : ) Una buena opción para tomar algo o comer si estáis por la zona.

Espectacular lugar. Ambiente cálido y acogedor. Encontré unas tapas típicas vascas que me vuelven loca. El personal nos explicó que la administración había cambiado recientemente, no sé cómo era antes, ¡pero ahora es sin duda uno de los mejores lugares de la zona! Absolutamente vale la pena intentarlo

Entrar en la taberna Txakolina, en plena Cava Baja, fue como sumergirme en el bullicio alegre de Madrid y dejarme llevar por el aroma irresistible de los pintxos recién hechos. Nada más cruzar la puerta, el ambiente me atrapó: ese murmullo animado, la barra repleta de pequeñas obras de arte sobre pan y el personal, siempre atento, que te hace sentir como en casa desde el primer minuto. La elección de pintxos fue todo un viaje de sabores. Me conquistó la sardina ahumada con pimientos fritos, con ese contraste entre lo ahumado y lo dulce; el jamón ibérico con tomate, todo un clásico que nunca falla; el de rabo de toro, meloso y lleno de carácter; el de presa ibérica con queso, pura jugosidad; el de salmón ahumado, fresco y delicado; y el de sobrasada con queso, que fue una auténtica explosión de sabor. Cada bocado era distinto, y se notaba el mimo en la preparación y la calidad de los ingredientes. Para acompañar, elegí un Vermut Miró bien frío, que resultó el compañero perfecto para la experiencia. Me gustó poder disfrutar de la comida sin prisas, en un local donde el tiempo parece detenerse entre risas y conversaciones. Me fui de Txakolina con la sensación de haber encontrado un rincón especial en Madrid, de esos a los que sabes que volverás. Por la calidad de los pintxos, la calidez del ambiente y el trato cercano, es un sitio que recomiendo sin dudar.