Sukulen en Torre-serona

Lugar para disfrutar de la buena comida, variada, sabrosa, y hecha con conocimiento. Un referente en el Segrià.

Es necesario reservar mesa pero un menú de 16 € está muy bien. Un primero de pasta, un segundo de bacalao con sanfaina ( demasiado gusto a especias y muy poco a bacalao). Los postres, correctos y el carajillo .... aguado , sin gusto .... pero volveremos en algún momento. Creo que no he acertado en los platos.

Menú de fin de semana variado y con múltiples propuestas. Todo muy bueno. Vale mucho la pena, repetiremos!

Un restaurante que marca la diferencia. Originales platos, gustosos, entre la cocina convencional y la de autor.

Comida buena muy buena presentación y sobre todo buen precio

Súper buenísimo!!! Deliciosa la comida y los postres y muy buena presentación! !!!

Es la tercera vez que voy y cada vez mejor el camarero que nos atendió julen es un 100× 100 lo recomiendo calidad precio un 10 volveré otra vez y otra

Me encanta sukulen, por la calidad, la variedad de oferta en su menú, el precio y por lo encantadores q són tod@s. Cocina muy elaborada q no tiene nada q ver con las ensaladas tradicionales y el pollo a la brasa. Vale la pena probarlo todo!!

Restaurante en un polígono que te sorprende. Calidad, cantidad y precio muy muy razonable, será la razón por lo que está lleno. Buen servicio y muy amables.

Hace años que dejé de escribir reseñas gastronómicas, hasta finales del 2024. La casualidad y mi trabajo hizo que descubriera en un pequeño polígono industrial entre Torreserona y Benavent de Segrià a 11 minutos escasos de Lleida el restaurante Sukulen. Ya me he convertido en cliente asiduo, casi fijo, he probado casi todos los platos y me gustan tanto que no me importa repetirlos. Sé que la brasa está en su punto y no recalentada y requemada como en muchos sitios de brasa. Sus guarniciones van más allá de las patatas fritas y siempre llevan colorido y sabor. También me gustan los jueves por la paella mixta, que me atrevería a decir que casi supera la de mi madre, con un gusto muy peculiar que tan sólo puede dar el horno, un color que parece que lleve algo de tinta de calamar y no sé cómo lo hacen, pero nunca se les pasa. El servicio y la atención es tan profesional que hace que los demás lugares no estén a la altura, sobre todo en eficiencia, simpatía y rapidez. En el menú de 16 euros que incluye vino, agua y pan, tenemos ocho entrantes con personalidad y 11 platos principales o segundos, en total 19 platos a escoger entre los que siempre encontramos ensaladas, platos de temporada con un toque mediterráneo, con guarniciones atípicas incluyendo el trigo sarraceno, quinoa, etc…mejorando platos clásicos y tradicionales con un estilo muy personal de la mano del responsable de cocina curtido en mil batallas y que un famoso restaurante japonés en Lleida dejó escapar (Gracias por hacerme feliz cuando voy). Por otro lado también disponen de 10 platos especiales con suplementos que oscilan entre 4 y 6 euros, entre los que puedo destacar el tartar de salmón con helado de mostaza, las croquetas melosas de gambas y ajos tiernos, los caracoles con un toque de hierbas aromáticas y como novedad el canelón de carrilleras con calabaza y bechamel trufada. Los postres no bajan el listón, soy fan del flan y la croqueta rebozada de chocolate. En definitiva, una fiesta para los sentidos que celebro siempre que voy, agradeciéndolo, recordando que vuelvo y sobre todo reservando mesa, que siempre está lleno