Sidreria Casa El Sastre en Noreña

Espectacular descubrimiento. Trato fabuloso y comida deliciosa. Pedimos cabracho y recomendados por la chica, sabadiego (una mezcla de chorizo y morcilla típico de noreña) y de segundo arroz con jabalí (estaba fuera de carta). Los postres nos encantaron también, tarta de turrón (casera) y helado de mandarina con chocolate caliente, la cría pidió una bola de helado de chocolate sin más y también le gustó mucho. El vino pago de los capellanes y el pan de hogaza. Estaba a tope y la cocina es pequeña, de ahí, nos explicaron, que sean estrictos en el horario. Pero llegamos con antelación y ya teníamos la mesa, muy amables nos acomodaron y tomamos algo mientras nos atendían.

Todo estupendamente, lo que no me parece bien es que puedan entrar animales ( un perro) al comedor

Fantástico, los callos algo fuera de serie. Una atención buenísima. Volveré sin ninguna duda.

Nos gusto bastante. Es un sitio que vale la pena ir... la comida buena y el servicio tambien. Recomendado

Local emblemático de Noreña, comida casera con producto de calidad, servicio profesional,además de los dueños de siempre me gustaría destacar el trato cercano de Jose.Recomendable en todos los aspectos.

Materia de primera calidad Servicio impecable. Un imprescindible.

Comida inmejorable y trato estupendo. Recomendable 100x100

Espectacular servicio y comida, muy pendiente de alérgenos. El cabrito TOP platos comidos en mi vida. Lugar para repetir sin duda!! PD: nos mandaron a la sifoneria en Cangas de Onís y acertaron de pleno, así da gusto venir a Asturias.

Pequeño restaurante con un ambiente acogedor y un servicio excelente. El personal se muestra en todo momento atento, amable y eficiente, lo que contribuye a una experiencia gastronómica muy agradable. En cuanto a la propuesta culinaria, destaca por la calidad de los ingredientes y la cuidada elaboración de cada plato. Comenzamos con un tomate asturianu con aceite de oliva y escamas de sal Maldon, un entrante sencillo pero lleno de sabor. Las croquetas de jamón ofrecían una textura equilibrada y un sabor intenso, claramente caseras. Las carrilleras al vino tinto fueron uno de los platos más destacados: tiernas, jugosas y con una salsa muy bien reducida. El bonito a la plancha sorprendió por su punto de cocción exacto y su presentación impecable. También probamos los escalopines, tanto en su versión clásica como con salsa de cabrales, ambos muy sabrosos y de carne notablemente tierna. El apartado de postres merece mención especial. El arroz con leche, el helado de mandarina con chocolate caliente y la tarta helada de turrón, todos de elaboración casera, cerraron la comida de forma sobresaliente. Cada uno de ellos demuestra un gran cuidado en los detalles y un nivel de ejecución muy alto. En definitiva, un restaurante totalmente recomendable para quienes buscan buena cocina y un trato impecable. Se recomienda reservar con antelación.

Mantel y servilletas de tela. Servicio perfecto. He comido cocido de garbanzos con moscancia. Un 10 ! No te lo pierdas, disfrutaràs.